Por Esther Celma Si todo el escándalo de la central nuclear de Ascó fuera un episodio de Los Simpson, tendría su guasa:
Comenzaría con que una salpicadura de agua radioactiva se escapa por el sistema de ventilación de la central nuclear. El señor Burns, fiel a su estilo, lo ignora, mientras una especie de bichitos peludos con patitas, ojos en espiral y colmillitos campan a sus anchas por la central. Van dejando un rastro verdoso y un chisporroteo eléctrico a su paso.
Mientras hacen de las suyas, por allí no para de entrar y salir gente. A ellos no les molesta, viven muy tranquilos. Nadie les hace caso.
Los bichitos no acaban de entender porqué vienen niños a ver un sitio tan feo, pero bueno, ellos sabrán.
¡Oh no!, uno de los niños es esa pequeña y sabionda, Lisa, que se fija demasiado en todo. Aquello no le parece muy normal.
Menos mal que los mayores le dicen que no pasa nada, que son bichitos inofensivos. Homer incluso intenta domarlas para montar un circo, pero Lisa tras pensarlo mucho recurre a Greenpeace.
Homer la regaña: “Mira que eres, Lisa, esos simpáticos bichillos viven con nosotros desde el 26 de noviembre y ya es 4 de abril. ¿No ves que no le importan a nadie?”.
Pero Greenpeace hace un buen trabajo de denuncia. Acuden los periodistas, las televisiones y filman. “No, no pasa nada”, dice el señor Burns a las cámaras mientras al lado trabajan tipos vestidos con trajes blancos de seguridad y empieza a verse una leve fluorescencia verde en las pantallas.
“Incluso si te comieses todos en un bocadillo, no te pasaría nada”, insiste el señor Burns.
Homer, evidentemente, lo intenta, pero los bichos no son tan tontos y no se dejan cazar así como así.
De vez en cuando vienen los tipos vestidos de blanco y los aspiran, pero es muy fácil esconderse, cualquier rinconcito vale.
Un grupito de bichos radioactivos se estresa con tanta expectación y decide ver mundo.
Qué bien, llega un camión a cargar chatarra y tierra, un saltito y ¡alehop!, qué fácil, aquí no mirará ningún tipo de blanco ni vendrá el aspirador.
Qué divertido es el viaje pero, ¡ay!, que decepción, llegan enseguida y los descubren.
Qué mala suerte, con la fácil que ha sido escaparse de la central y las pilla un simple chatarrero que encima se chiva y ala, de vuelta a la nuclear encerraditos en una caja.
Refunfuñan. ¿Qué mosca le ha picado?, ¿tantos días por aquí y ahora van a ponerse a mirar si somos malos o no?
Uno protesta: “ya os dije yo que la mejor excursión era la otra, la que iba al río, dicen que se llama Ebro y que llega muy lejos...”
Pues no, so listo, también han encontrado a esos que iban a la excursión del rio, dicen que no han tenido tiempo de saltar al agua.
Qué pena, con lo divertido que tiene que ser viajar por el río y colarse por las tuberías hasta que te suelten por un grifo, todo un parque acuático lleno de emociones fuertes.
Claro, así no tiene gracia, mientras sólo los buscaba el personal del señor Burns hacían lo que querían, pero han venido esos tipos tan serios con un nombre tan raro, Consejo de Seguridad Nuclear y encima ahora vendrán unos tipos más raros y serios aún de la Unión Europea, así no hay quien juegue a gusto...
A lo mejor todavía están a tiempo de ensayar un buen numerito que le guste a Homer y puedan hacerse ricas y famosas con espectáculos por todo el mundo... a lo mejor...
...Y la espiral de sus ojillos se acelera al pensarlo.
Pero no, no es un episodio de Los Simpson aunque lo parezca.
El propietario al 100% de Ascó I es Endesa. La empresa se escuda tras la Asociación Nuclear Ascó-Vandellós (ANAV), agrupación de interés económico que gestiona Ascó I y II y Vandellós II si se le requiere información.
Ya han destituido dos directivos de ANAV, pero el delegado del Gobierno de la Generalitat en Tarragona, Xavier Sabaté, reclama que den la cara los verdaderos responsables.
También el fiscal jefe de Tarragona investiga el caso.
Ha requerido información al Departamento de Salud de la Generalitat y al Consejo de Seguridad Nuclear para aclarar si la negligencia demostrada en Ascó I puede ser un delito. El propio fiscal ha explicado que es pronto para avanzarlo porque la investigación de oficio acaba de empezar.
El Síndic de Greuges de Catalunya, el equivalente al Defensor del Pueblo, también ha actuado de oficio por si se han lesionado derechos fundamentales de las personas.
Volvamos a Los Simpson. El capítulo seguramente acabaría así:
El señor Burns rie como un loco. Ya pueden venir todas las investigaciones juntas que le da lo mismo. No le da miedo. Ya salió bien parado en el 2002 soltando algo de calderilla.
Y si las cosas se ponen feas, también recuerda lo que sucedió en 1989 en una nuclear cercana. Un incendio sembró el caos y no se aplicó el plan de seguridad.
Pero diez años más tarde, la sentencia fue absolutoria.
La risa triunfal del señor Burns retumba entre los créditos y un fundido a negro.
Volvamos a Ascó.
¿Qué capítulo final se merece?
Una sanción ejemplar que no pudiera repercutirse en el recibo de la luz. Disuasoria. Que convenza de una vez por todas que sale más a cuenta ser extremadamente escrupuloso en la producción de energía nuclear que las chapuzas y el ocultismo.
Esperemos que al señor Burns se le atragante la risa.
Esther es periodista freelance. Corresponsal de El Vigía y adjunta de El Periódico en Tarragona. También colabora con TV3 y la Agencia Efe.