Por @Wicho — 31 de Agosto de 2009

A Patrick Blanc de niño le gustaba cultivar plantas en su dormitorio colgándolas de la pared y sumergiendo sus raíces en peceras en las que diluía fertilizante.

Ahora, de adulto, sus jardines verticales o muros vivos se han vuelto mucho más grandes y cubren fachadas enteras de edificios, pero siguen manteniendo el mismo principio de funcionamiento:

Fachada del hotel Athenaeum
Fachada del hotel Athenaeum en LondresCaixaForum en Madrid
CaixaForum en Madrid

Unas rejillas de aluminio cubiertas de plástico se fijan al muro y a su vez son cubiertas con una capa de fieltro sintético en el que las plantas pueden enraizar, mientras que un sistema de riego automático se encarga de mantener el fieltro húmedo con una solución similar a la del agua que cae de las cubiertas vegetales de los bosques.

Para tener en cuenta la distinta cantidad de luz que reciben las plantas que están más arriba o más abajo en la fachada en los jardines verticales que se instalan en el exterior se plantan distintas especies según la altura, aunque también es posible instalarlos en el interior si se usa un sistema de iluminación adecuado.

Estos muros vegetales tienen la ventaja de que actúan como aislante térmico tanto en verano como en invierno, reduciendo la necesidad de usar aire acondicionado y calefacción, además de servir para purificar el aire como cualquier otra zona verde, y por lo visto también son capaces de reciclar las partículas contaminantes que acaban atrapadas en la cubierta de fieltro, ya que acaban por ser descompuestas y funcionar como fertilizante.

(Vía Wired).

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