Por @Alvy

Escocia estrena la mayor batería de Europa: 200 MWh / Zenobe

Zenobē acaba de inaugurar la batería eléctrica más grande de Europa, una megainstalación situada en Blackhillock, al norte de Escocia, con una capacidad inicial de 200 MWh que se ampliará a 300 MWh en 2026.

Para entender su magnitud, baste decir que con esa capacidad podría alimentar 3,1 millones de hogares durante una hora, más que los 2,5 millones que hay en toda Escocia. La meta del gobierno británico es alcanzar 27 GW de almacenamiento en 2030, así que esto supone un 1,5% (todavía les queda).

Este tipo de instalaciones se utiliza para almacenar la electricidad sobrante que se genera durante el día o cuando sopla mucho el viento para luego utilizarla por la noche o cuando no hay viento. Es el complemento perfecto para las energías renovables; sus responsables calculan que evitarán la emisión de 2,6 millones de toneladas de CO₂ en los próximos 15 años.

Una de las claves de la eficiencia energética de un país es cómo se prioriza la entrada de energía y se equilibra con el consumo. Si no hay baterías, la alternativa es descargar la energía sobrante para equilibrar la red. Afortunadamente la solución de las baterías gigantescas es toda una idea. Pero en cuanto a temas económicos y políticos, se entra en la diatriba de si una batería debe pagar tarifas como si fuera un sistema de «generación» de energía en vez de como mero almacenamiento.

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Por @Alvy

Central nuclear osé Cabrera / Zorita. Foto: Foro Nuclear

Un buen amigo me pasó unos antiguos PDF escaneados de un artículo de la revista Nuclear Engineering de 1995 en el que se explica cómo en enero de 1994, durante una inspección en la central nuclear José Cabrera, también conocida como Zorita, se detectaron varias grietas. El problema se repararía tras año y medio de trabajos, de modo que todo volvió a funcionar con normalidad desde entonces. Los ingenieros que trabajaban allí fueron clave en la detección del problema. Es una historia que me consta que hoy en día cuentan como anécdota, aunque en su momento hubo un poco de susto.

Todo sucedió durante una de las recargas de combustible. Aprovechando las circunstancias, algunos técnicos siguieron el protocolo estándar que incluía una inspección ocular de la vasija del reactor. Un método un poco «a la antigua usanza» que resultó de lo más revelador. Con sus trajes se adentraron en el corazón de la central y al hacerlo se encontraron con algo inesperado: un extraño polvillo blanco que parecía proceder de la vasija del reactor. ¿Qué era aquello y qué hacía allí, donde no debía haber nada?

La muestra que tomaron para examinar indicó tras los análisis que se trataba de depósitos de boro. Este material se había acumulado, como comprobarían con inspecciones de ultrasonidos y corrientes inducidas posteriormente, al pasar a través de varias pequeñas grietas. Por suerte, estos defectos (unas 4 en 20 penetraciones) no habían producido ningún impacto radioactivo ni en el personal ni en el medio ambiente; dependían de su morfología, alineación y ramificaciones.

Según dedujeron después, el daño se debía a la interactuación de ciertos compuestos de azufre que habían entrado en el circuito primario en 1980 y 1981, más de una década antes y que se habían combinado con el refrigerante. Se aislaron las grietas, se soldaron y repararon y aunque el proceso fue lento, año y medio después estaba todo listo.

Se hicieron las habituales pruebas de estrés y cuando se confirmó que las reparaciones garantizaban la seguridad operativa de la planta y que además eran una solución definitiva, todo se volvió a activar. La inspección visual de aquellos ingenieros y su agudeza al identificar aquel «polvillo blanco» fueron clave para detectar el problema a tiempo.

La central nuclear de Zorita / José Cabrera, ubicada en Guadalajara, se cerró oficialmente el 30 de abril de 2006. Todavía está en las fases finales de su proceso de desmantelamiento (al 97%) y está desconectada de la red eléctrica hace años, tras haber producido 36.515 millones de kilovatios durante los 39 años que estuvo funcionando.

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Foto: Foro Nuclear.

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Por @Alvy

Foro Nuclear advierte sobre el impacto del cierre de Almaraz

Foro Nuclear, la asociación profesional que agrupa a las principales empresas e instituciones relacionadas con la energía nuclear en España, ha emitido un comunicado de prensa donde detalla algunas de las consecuencias que tendría el cierre de la central nuclear de Almaraz de Extremadura, programado para 2027 y 2028. Este pasado fin de semana hubo una manifestación con miles de personas, lo cual no deja de ser curioso: hace décadas la gente se manifestaba en contra de las nucleares, ahora es a favor.

Las implicaciones de cerrar una central nuclear que proporciona energía y podría seguir operando sin problemas son varias: desde encarecer el precio de la electricidad a reducir la estabilidad de la red eléctrica del país cual castillo de naipes en plena ventisca y, por para colmo, aumentar las emisiones de CO2 al tener que usarse combustibles fósiles como alternativa. Además de eso también supone una pérdida de empleos en la zona de la central y por extensión en toda Extremadura.

Así que nos encontramos con que mientras la mayoría de países industrializados, como Francia, Suecia o Estados Unidos, están extendiendo la vida útil de sus centrales por su fiabilidad y contribución a la reducción de emisiones, España parece seguir el ejemplo contrario, «a lo alemán», donde su renuncia a la nuclear ya ha generado efectos negativos reconocidos por expertos dentro del país. ¿Acabaremos en el selecto «club de los arrepentidos»? Pues se verá en unos años, si no cambian las cosas.

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Por @Alvy

TikTokLa huella de carbono anual de TikTok es más grande que la de toda Grecia. O al menos, «probablemente», según estudio de expertos que han analizado el uso de las plataformas sociales, especialmente el tiempo que pasa la gente en ellas. Según dicen ese consumo de electricidad es mayor que el de Instagram, y eso que la red social de Facebook tiene casi el doble de usuarios que TikTok. En el estudio se tienen en cuenta el tiempo que la gente pasa en cada plataforma (30 minutos en el caso de TikTok), el consumo que hacen los millones de dispositivos conectados y también las emisiones asociadas a los centros de datos donde se alojan los servidores de la compañía. No han tenido en cuenta el uso que se hace en las oficinas de TikTok y otras compañías ni la huella de carbón de los 4.400 empleados y sus viajes, que supondría otra pequeña cantidad.

En el fondo, hay quien considera que este tipo de comparaciones tiene su trampa, pues podrín plantearse también como cuestión de prioridades personales. Es como cuando se dice que Bitcoin consume más electricidad que Egipto, otro dato estimado pero relativamente fiable a día de hoy. En este caso Bitcoin consume más del triple que TikTok, y probablemente las emisiones están también en ese orden de magnitud. Pero, en el fondo, cada persona podría preguntarse, ¿en qué prefiero que se consuma la electricidad? Hay gente que preferiría eliminar TikTok, Instagram y hasta WhatsApp de sus vidas; otros eliminarían Bitcoin y todas las criptodivisas, pero también habría quien optaría por tener una criptomoneda segura, o poder ver vídeos de gatos, gente haciendo el ganso y chorradas de todo tipo en vídeos de 60 segundos… por no hablar de eliminar las luces de Navidad, las de los estadios de fútbol o las de las depuradoras de las piscinas porque simplemente no les interesan esas cosas. [Fuente: Greenly + The Guardian; Cambridge Bitcoin Electricity Consumption Index.]

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