Por @Wicho — 19 de Agosto de 2020

El domingo 16 de agosto de 2020 el asteroide 2020 QG pasó rozando la Tierra a tan sólo 2.950 kilómetros de ella sin que nos enteráramos hasta unas seis horas después del hecho.

A 2020 QG se le calcula un tamaño de unos tres metros así que aunque hubiera entrado en la atmósfera no habría llegado entero a la superficie. Probablemente habría provocado un estallido en el aire al estilo del de Cheliábinsk en 2013 y quizás algunos pequeños fragmentos habrían alcanzado el suelo. Así que realmente no es un asteroide peligroso.

Pero lo que lo hace un tanto especial es el que más cerca ha pasado de la Tierra sin chocar con ella que sepamos. Y aquí el que sepamos es la parte importante, pues igual que no detectamos a 2020 QG después de su máxima aproximación a la Tierra lo mismo pasa con un número indeterminado de asteroides que sin duda andan por ahí sin que los hayamos visto ni nos hayamos enterado de que han pasado más o menos cerca de nosotros.

Lo asteroides son la forma que tiene la naturaleza de preguntarnos eso de…

¿Qué, cómo va ese programa espacial?

– Neil deGrasse Tyson,
astrónomo

Por eso hay en marcha diversos programas para la detección de asteroides potencialmente peligrosos, aunque el tamaño de 2020 QG lo pone por debajo de lo que buscan estos programas. Además, en su caso, dado que venía del Sol hacia nosotros la detección es aún más difícil porque el brillo del Sol complica las cosas cuando apuntamos con un telescopio en su dirección.

Claro que el caso es que si algún día encontramos uno que sepamos que va a chocar contra nosotros no tenemos ni idea de qué hacer para evitarlo. Bueno, sí, alguna idea sí que hay. Pero no sabemos al 100% si funcionarían. Y en cualquier caso no estamos en condiciones de ejecutar ninguna de ellas.

Lo que está claro es que cualquiera de ellas necesitaría saber con años de antelación que se va a producir el impacto, así que, como poco, nos conviene seguir mirando.

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