El 3 de julio de 1969 a las 21:18:32, hora peninsular española, el segundo cohete N1 soviético despegaba del Sitio 110 del cosmódromo de Baikonur. La idea era probar el funcionamiento del cohete –que ya había fallado en su primer intento de lanzamiento– y de paso fotografiar la superficie de la Luna en busca de posibles sitios para un aterrizaje tripulado.
Todo pareció ir bien durante los primeros diez segundos. Pero entonces empezaron a verse caer trozos de la parte inferior del cohete. KORD, el sistema de control, empezó a apagar los motores –el N1 tenía 30 en su primera etapa– y a los 12 segundos todos menos el 18 –nadie sabe a día de hoy por qué– estaban apagados.
Así que el N1-5L se desplomó sobre la plataforma de lanzamiento a los 23 segundos del despegue destruyéndola por completo. Afortunadamente no hubo que lamentar víctimas. La investigación posterior estableció que la explosión de una turbobomba que suministraba oxígeno líquido al motor número 8 fue la causante del desastre.
El N1 era el equivalente soviético al Saturno V de los Estados Unidos, aunque las prisas, la falta de fondos, y los politiqueos hicieron que prácticamente no tuviera oportunidad alguna de funcionar. Y de hecho tras otros dos lanzamientos fallidos –aunque un poco menos desastrosos– el programa fue cancelado en 1976.
Tampoco ayuda la complejidad de tener controlados y funcionando coordinadamente 30 motores cohete, algo que probablemente estaba muy por encima de las posibilidades técnicas de la época aunque ahora SpaceX nos tenga ya acostumbrados a lanzar el Falcon Heavy, que tiene 27 motores en su primera etapa, como si no tuviera mayores complicaciones.
Hoy, 50 años después, la NASA intenta construir un cohete similar al Saturno V con el Space Launch System con el que volver a la Luna –al menos hasta que el presidente de turno vuelva a cambiar de opinión– y le está costando sangre, sudor y lágrimas. Personalmente dudo mucho que pueda conseguir el objetivo que le ha puesto la administración Trump de volver a colocar una misión tripulada en la superficie de nuestro satélite en 2024.
Pero mientras vemos qué pasa con el SLS podemos aprovechar para repasar la entrada Algunos mitos y curiosidades del cohete lunar soviético N1 de Daniel Marín sobre uno de los cohetes más colosales de la historia.