Por @Wicho — 7 de enero de 2022

Intasat, el primer satélite artificial español, lanzado en noviembre de 1974Después de unos cuantos años de marear la perdiz con el tema la Agencia Espacial Española ya existe… en el BOE del 31 de diciembre de 2021 [PDF]:

Ante la evolución acelerada del sector [espacial], debe alcanzarse un reparto eficaz y eficiente de competencias espaciales entre los diversos organismos involucrados. La creación de una Agencia Espacial Española contribuirá a ordenar las competencias y establecer una política nacional que sirva de guía, tanto al sector público como al privado. Así, se podrá maximizar el rendimiento de las inversiones, fomentar espacios de colaboración públicos y privados, facilitar el uso dual de las capacidades espaciales y potenciar el sector de la industria espacial nacional de forma clara y coherente. Además, la Agencia representará internacionalmente a España en el sector espacial.

Esto viene al menos de noviembre de 2015, cuando se creó la Comisión Interministerial de Política Industrial y Tecnológica del Espacio. Estaba formada por el Ministerio de Defensa; el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas; el Ministerio de Fomento; el Ministerio de Industria, Energía y Turismo; el Ministerio de Economía y Competitividad; el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), que depende de Defensa; el Centro para el Desarrollo Técnico Industrial (CDTI), que depende de Economía; y la Agencia Española de Meteorología (AEMET), que depende del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente.

Pero no se supo mucho más del asunto hasta mayo de 2021 cuando, desdiciendo al entonces ministro de Ciencia e Investigación Pedro Duque, que hasta entonces no se mostraba demasiado partidario de la idea, Iván Redondo, entonces director del Gabinete del presidente del Gobierno, anunciaba la creación de la Agencia Espacial Española.

Lo publicado en el BOE queda dentro de la Estrategia de Seguridad Nacional, que aunque no tenía que ser renovada hasta 2022, ha sido actualizada para adaptarla «al contexto actual caracterizado por una mayor competición geopolítica y un entorno socioeconómico marcado por las consecuencias del COVID, así como por la aceleración de la transformación provocada por la tecnología y la transición ecológica.»

En cualquier caso por ahora sólo es papel; veremos en qué queda el asunto y si no queda en papel mojado.

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