La semana pasada, en el marco del International Astronautical Congress, Elon Musk daba más detalles acerca del BFR, el Big Fucking Rocket, el cohete que Elon Musk pretende utilizar para prácticamente todo.
Pero Raúl Torres, que lleva años trabajando en el desarrollo de cohetes en PLD Space, hacía en Twitter unas cuantas matizaciones a las declaraciones de Musk. Y como Raúl no tiene un blog, he estado hablando con él y estos son los puntos que le preocupan:
La fecha de lanzamiento, 2022. Algo más asumible técnicamente por SpaceX como el Falcon Heavy, que se iba a lanzar en 2013, será lanzado, con suerte en noviembre de 2017. El retraso técnico del Falcon Heavy es normal, así que es lógico asumir que el BFR también va a sufrir retrasos.
De hecho el Saturno V, que era mucho más pequeño que el BFR, tardó 10 años en estar listo. Gracias a los avances en tecnología el reto tecnológico –al menos a nivel de estructuras y sistemas– es quizás del mismo orden ahora, aunque no hay que olvidar que el Saturno V usaba cinco motores frente a los 31 del BFR, lo que recuerda mucho al N1 soviético con sus 30 motores. Además esos motores son de ciclo cerrado dual (full flow staged combustion), algo que nunca se ha desarrollado para el vuelo en los Estados Unidos, y menos con metano líquido como combustible.
Otro problema serio del que Musk no ha dicho nada son los sistemas de soporte vital. Si ya era complicado eliminar el CO2 con los tres tripulantes del Apolo, con cien personas a bordo la cosa se complica mucho más. Y sólo hablando del CO2: falta generar oxígeno para que puedan respirar, agua para que beban, comida…
Tampoco dijo nada acerca de los sistemas de seguridad: ¿Donde están los sistemas de escape de emergencia? Los motores de la primera etapa no sirven para eso. Normalmente, el sistema de escape es totalmente independiente del lanzador y de la propia cápsula, lo que reduce la posibilidad de un fallo del sistema derivado del propio fallo del cohete o cápsula. En la gran mayoría de casos, estos sistemas usan propelentes almacenables (como el combustible sólido o la hidracina). ¿Volverán a diseñar un cohete sin sistema de escape como los transbordadores espaciales de la NASA?
Así que Raúl ve más bien necesarios 15 ó 20 años para el desarrollo del BFR en lugar de los cinco de los que habla Elon Musk.
Y luego viene el asunto de la cantidad de dinero que haría falta para desarrollar un cohete como el BFR. Para el Falcon Heavy ya les ha costado conseguir financiación, y eso son migajas para el BFR. Mucho Kickstarter iba a tener que hacer. Recordemos que el proyecto Apolo costó más de 100 mil millones de dólares (ajustado a la inflación actual).
Para Raúl todo esto es una maniobra magistral de marketing de Musk, aunque le gustaría ver como triunfa.