Hay más bien pocas probabilidades de que nadie vaya a volar nunca más en un transbordador espacial de la NASA –al menos de los del siglo XX– pero me ha encantado How to Land the Space Shuttle… from Space.
En él Bret Copeland explica cómo se las apañaban los comandantes de los transbordadores, que eran quienes los pilotaban* y no los pilotos a pesar del nombre de su puesto en la tripulación, para hacer que una aeronave que volaba como un ladrillo descendiera desde una altitud de unos 400 kilómetros y una velocidad de unos 28.000 kilómetros por hora hasta detenerse en la pista del Centro Espacial Kennedy.
Un delicado equilibrio para ir perdiendo precisamente altitud y velocidad de la forma adecuada para que todo saliera bien. Y tenían que lograrlo la primera, pues no había una segunda oportunidad.
El vídeo tiene subtítulos en español y un montón de referencias a cómo es el aterrizaje de un avión de pasajeros para que podamos hacernos una idea aproximada de lo que era volar en uno de estos pájaros.
*Con el permiso de los cinco ordenadores redundantes de a bordo.
(Aerotranstornados vía Germán Laullón).
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