Se han terminado los modelos 3D y las impresiones artísticas: Elon Musk ha compartido las primeras imágenes de un Falcon Heavy montado y listo para su primera misión. Se trata de un bicho de 70 metros de alto, 12 metros de ancho, y 3,6 metros de diámetro tanto para sus propulsores auxiliares como para su cuerpo central.
Pero antes será sometido a una prueba de encendido estática –lo que quiere decir que no despegará– en la plataforma 40 del Centro Espacial Kennedy para, si todo sale bien, ser lanzado días o semanas después.
Con una capacidad máxima de colocar 63.800 kilos en órbita terrestre baja, aunque para ello tiene que volar en una misión de un solo uso, sin recuperar ninguno de sus componentes, el Falcon Heavy será con diferencia el cohete más poderoso en servicio.
Su lanzamiento –aunque lleve años de retraso sobre las previsiones iniciales– será un momento realmente importante en la historia de la era espacial. Si todo sale bien y pone en órbita el Tesla Roadster de Elon Musk y su primera etapa y los propulsores laterales vuelven de una pieza será un avance importante. Pero incluso si revienta también lo será, pues SpaceX aprenderá cosas de cara a que el próximo intento salga mejor.
Como decía no hace mucho el propio Elon Musk:
Al principio parece muy fácil, sólo tienes que añadirle dos primeras etapas como propulsores extra, pero luego todo cambia. Todas las cargas cambian, la aerodinámica cambia totalmente. Has triplicado la vibración y el sonido. Es como si hubieras machacado los niveles de calificación en gran parte del hardware.
Hay muchos riesgos asociados con el Falcon Heavy, una posibilidad real de que ese vehículo no llegue a la órbita. Quiero asegurarme de que las expectativas sean acordes a todo esto. Espero que consiga alejarse lo suficiente como para no dañar la plataforma de lanzamiento. Para ser honesto consideraría incluso eso una victoria.
La prueba estática está prevista para antes de que acabe 2017; el primer lanzamiento, a principios de 2018.