Por @Wicho — 26 de abril de 2023

El VSS Unity, el avión cohete de Virgin Galactic, volvía a planear hace un par de horas después de casi dos años de su último vuelo. Fue liberado por su avión nodriza a una altitud de 47.000 pies –algo más de 14 kilómetros– y nueve minutos después aterrizaba en la pista del Spaceport America.

VMS Eve, el avión nodriza, ya había vuelto al vuelo a mediados de febrero. Y la semana pasada hicieron un vuelo conjunto sin liberar el avión cohete.

Los objetivos del vuelo de hoy eran evaluar el comportamiento del avión cohete durante el planeo tras las modificaciones a las que fue sometido en los meses en los que estuvo parado y recopilar datos sobre el nuevo pilón del avión nodriza durante el despegue y el ascenso con el VSS Unity acoplado.

El avión, volando de izquierda a derecha, ocupa el centro de la imagen, que tiene el horizonte inclinado, y en la que la tierra ocupa aproximadamente el tercio inferior y el resto lo ocupa el cielo
El VSS Unity durante el vuelo – Virgin Galactic

Si los datos recogidos lo permiten el próximo paso será un vuelo «al espacio» dos personas a los mandos y cuatro especialistas de la misión de Virgin Galactic en la cabina del pasaje para evaluar la experiencia del cliente tanto en vuelo como durante los preparativos antes del lanzamiento del servicio comercial. Lo que dicen que está previsto para el segundo trimestre del año. Así que no les queda mucho para cumplir con esa fecha. Sólo que no sería la primera vez que anuncian que van a empezar los vuelos comerciales y la cosa queda en nada. Y a lo mejor aunque la cumplan llegan tarde.

El último vuelo al espacio del VSS Unity fue en el que Richard Branson iba a bordo. Aunque algunas irregularidades durante el vuelo le costaron a la empresa una bronca por parte de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos, que durante unas semanas le retiró el permiso para volar.

Son vuelos suborbitales que quedan por debajo de la línea de Kàrmàn, situada a 100 kilómetros de altura, que es la aceptada por la Federación Aeronáutica Internacional como el límite del espacio, aunque por encima de los 80 kilómetros que es el límite que ponen los Estados Unidos. De ahí que entrecomille lo de «vuelos al espacio» cuando me refiero a ellos.

Durante ellos, en lo alto de la parábola que traza, el avión cohete y las personas y carga útil que van a bordo experimentan unos minutos de caía libre –lo mismo que experimenta la tripulación de la Estación Espacial Internacional de forma permanente– antes de comenzar el descenso.

Virgin Galactic los vende como turismo espacial, pero también como vuelos científicos para hacer experimentos en caída libre, o para el entrenamiento de astronautas.

Son 450.000 dólares por asiento, por cierto.

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