Astronauta de la NASA sobre la Luna – NASA
La NASA acaba de anunciar que ha escogido tres empresas para el desarrollo del aterrizador que permitirá a las tripulaciones del programa Artemisa volver a la superficie de la Luna. Éstas son Blue Origin, Dynetics y SpaceX.
Boeing, que también había presentado una propuesta, se queda fuera, aunque no hay que olvidar que la empresa juega un papel fundamental en el programa ya que es la encargada de construir el cohete que lanzará esas tripulaciones, el Space Launch System. Pero con toda seguridad los años de retraso que llevan con su desarrollo, además de los problemas que está teniendo con su cápsula tripulada Starliner han jugado en su contra en esta ocasión.
La idea es que las tripulaciones viajarán a la Luna en una cápsula Orión y una vez en órbita lunar, usando el aterrizador seleccionado, bajarán a la superficie de nuestro satélite. Y todo esto tiene que pasar antes de que acabe 2024. Por eso por ahora la Estación Gateway queda medio de lado en los planes de la agencia. Que bastante lío tienen ya. Aunque los tres aterrizadores serán compatibles con operaciones basadas en la Estación Gateway por si en al futuro la NASA decide que hay que pasar por allí.
Los diseños de Blue Origin y Dynetics son muy similares y recuerdan al del módulo lunar del programa Apolo. SpaceX va a su bola. Y ese es, sin duda, uno de los motivos por los que la NASA la ha incluido en el paquete: un enfoque distinto da en principio más opciones de que algo funcione. Además su propuesta es mucho más barata.
Integrated Lander Vehicle – Blue Origin
Blue Origin es el contratista principal del conjunto de empresas que forman National Team. En él están también Lockheed Martin, que además construye la cápsula Orión para la NASA junto con la Agencia Espacial Europea, Northrop Grumman y Draper. Su Integrated Lander Vehicle (ILV) es una nave de tres etapas.
Blue Origin construirá el módulo de descenso; Lockheed el de ascenso, que incluye la cabina de la tripulación que se manejará de forma muy similar a la Orión; Northrop Grumman construirá el elemento de transferencia; y Draper se encargará de los sistemas de guía, navegación y control, aviónica y software. El elemento de transferencia, que estará basado en las cápsulas Cygnus, será en el que se encargue de llevar el conjunto desde el punto de encuentro con la cápsula Orión hasta una órbita baja lunar desde la que se producirá el descenso y luego de llevar de vuelta el módulo de ascenso hasta la Orión.
Dynetics Human Landing System – Dynetics
El Dynetics Human Landing System (DHLS) es de una sola etapa que sirve tanto para el descenso como el ascenso. Un detalle curioso es que la cabina de la tripulación queda muy cerca de la superficie, lo que facilita la salida y la entrada del vehículo.
Como no irá nadie a bordo de sus naves cuando sean lanzadas tanto Blue Origin como Dynetics se ahorran utilizar cohetes certificados para lanzamientos tripulados. Lo que no está mal porque no es que abunden.
En el caso de Blue Origin el lanzador en el que piensan es el New Glenn, aunque es un cohete que aún tiene que llevar a cabo su primer vuelo. Dynetics necesitaría varios lanzamientos del Vulcan –que también tiene que estrenarse todavía– o uno sólo del SLS Bloque 1B, que aún está más lejos de entrar en servicio.
SpaceX es la que presenta una propuesta que se sale de todo lo hecho previamente. Su idea es utilizar una versión del Starship adaptada para viajar de la órbita lunar a su superficie en repetidas ocasiones; de ahí lo del bajo coste que puede suponer para el programa Artemisa.
Será lanzada, por supuesto, por un Starship (el cohete). Además SpaceX promete que será capaz de repostar en órbita baja terrestre, lo que le dará una capacidad de carga excepcional.
Conviene recordar que SpaceX fue seleccionada hace poco por la NASA para diseñar y construir la Dragon XL, la cápsula de carga que se encargará de llevar suministros a las misiones lunares.
Las tres empresas van a recibir dinero de la NASA –579, 253 y 135 millones de dólares respectivamente– para una primera fase de diez meses en la que se irán definiendo más detalles de las propuestas. Pero las tres tienen que aportar también dinero de sus propios fondos.
Al final de estos primeros diez meses la agencia evaluará cómo van las cosas y podría decidir eliminar a alguna de las empresas de la competición. O no.
En cualquier caso de aquí a 2024 las tres tienen mucho, pero que mucho trabajo que hacer. Y no hay que olvidar que antes de que la NASA decida poner personas dentro de cualquiera de las tres naves es necesario que hayan demostrado su capacidad para bajar y subir de la Luna de una pieza.
Aún si Trump renueva como presidente y no hay el habitual cambio de objetivos de la NASA cuando llega una nueva administración me apuesto, una vez más, tres gallifantes a que no veremos una misión tripulada de la NASA –de nadie, en realidad– a la superficie de la Luna en 2024.