Por @Wicho — 26 de febrero de 2023

Esta pasada noche la cápsula Soyuz MS-23 atracaba sin problemas de forma automática en el módulo Poisk de la Estación Espacial Internacional (EEI). Con esto toda la tripulación de la EEI vuelve a disponer de una cápsula en la que dejar la Estación, ya sea al final de su misión o en caso de emergencia.

La MS-23 iba sin tripulación porque es la que va a sustituir a la Soyuz MS-22, que ha sido declarada no apta para su uso salvo en caso de emergencia extrema. Así que no había nadie a bordo que pudiera manejarla para la maniobra de atraque. Pero lo normal es que las Soyuz atraquen en la EEI de forma automática, así que tampoco es que hubiera muchas dudas de que la MS-23 fuera hacerlo. Y en el peor de los casos Prokopyev y Petelin podrían haber tomado el control remoto de la cápsula con el sistema TORU para atracarla manualmente.

A cambio lleva a bordo 430 kilos de suministros para la Estación y su tripulación; así no hizo el viaje del todo en vacío.

Una de las primeras tareas tras abrir las compuertas entre la Estación y la MS-23 será instalar en ella los asientos de Prokopyev, Petelin y Frank Rubio, la tripulación de la MS-22. Así, en caso de emergencia dispondrán de nuevo y al fin de una nave en la que evacuar la Estación y volver a Tierra.

Y es que sin ella el asiento de Rubio estaba sujeto con cinchas en la Crew Dragon Endeavour de la misión Crew-5, mientras que Prokopyev y Petelin hubieran tenido que jugársela en la MS-22 con la esperanza de que con sólo dos personas a bordo los sistemas aguantaran lo suficiente como para traerlos más o menos sanos y salvos a casa. Aunque lo de Rubio y compañía a bordo de la Endeavour también habría tenido su aquel, ya que también es una configuración que nunca se ha probado en la práctica.

Todo esto es debido a que el pasado 15 de diciembre la Soyuz MS-22 sufrió una fuga en su circuito de refrigeración que lo dejó totalmente inoperativo. Por eso, tras analizar los datos, Roscosmos y la NASA decidieron que sólo sería utilizada en caso de emergencia extrema. Y, como decía antes, sólo por Prokopyev y Petelin.

De este modo, para aprovechar la Soyuz MS-23 al máximo, ahora está previsto que los tres vuelvan a tierra el próximo mes de septiembre. Eso hará que su estancia a bordo de la Estación sea de prácticamente un año, si no lo pasa en unos días. Superarán así, aunque sea de forma accidental, la duración de la misión de un año de Scott Kelly y Mikhail Kornienko, que fue de 340 días y unas horas.

La Soyuz MS-22, por su parte, volverá a tierra a finales de marzo. La idea es que la misión termine con un aterrizaje en Kazajistán, como es habitual. Como volverá sin tripulación traerá en su interior material que haya que retornar pero que tampoco pase nada si se pierde. Roscosmos estudiará la cápsula a su vuelta. Pero el módulo de servicio, en el que se produjo la fuga, no vuelve a tierra, pues se separa del resto de la nave durante la reentrada y se quema en la atmósfera. Así que no parece que nunca vaya a quedar claro el origen del fallo.

En cualquier caso, aunque es un alivio que la Soyuz MS-23 esté en la EEI, no deja de haber una cierta preocupación acerca de cómo se va a comportar: no hay que olvidar que apenas dos meses después del fallo de la Soyuz MS-22 le pasó lo mismo a la cápsula de carga Progress MS-21. Y que las Soyuz y las Progress son prácticamente la misma nave, por lo que comparten casi todos sus sistemas. Así que a ver si la Soyuz MS-23 no esconde también alguna sorpresa desagradable.

Quienes se han quedado sin asiento, al menos por ahora, son Oleg Kononenko y Nikolái Chub de Roscosmos y Loral O’Hara de la NASA, que formaban la tripulación prevista para la Soyuz MS-23. Si no se vuelven a liar las cosas tendrán que esperar a mediados de septiembre para que llegue su turno de despegar rumbo a la EEI a bordo de la Soyuz MS-24.

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