Una de las cosas que encarecen las misiones espaciales es la necesidad de usar componentes electrónicos certificados para funcionar en el espacio, donde entre otras cosas se tienen que enfrentar a un mayor bombardeo de rayos cósmicos y de las partículas cargadas que forman parte del viento solar que en la Tierra, donde gozan de la protección de la atmósfera. El proceso de certificación lleva tiempo y dinero.
Y es que el impacto de este tipo de radiaciones en la memoria de un ordenador puede hacer que bits de la memoria cambien de valor pasando de cero a uno y viceversa, lo que puede tener efectos que van desde corromper los datos y por lo tanto los resultados del proceso a colgar el dispositivo en cuestión.
Sin embargo los avances en electrónica de las últimas décadas hacen que esta sea cada vez más robusta, así que hay una tendencia cada vez mayor a intentar probar componentes estándar en el espacio.
Uno de estos experimentos es el Spaceborne Computer, un ordenador HP de altas prestaciones pero fabricado con componentes estándar que pasará un año en la Estación Espacial Internacional para ver como se comporta.
Chimera es otro experimento similar de la Agencia Espacial Europea. A punto de ser lanzado al espacio como una carga secundaria del satélite GomX-4B consiste básicamente en una placa en la que hay doce chips de memoria flash –lo que va dentro de los pinchos USB– de cuatro tipos diferentes, todas ellas compradas por unos pocos euros. Estos chips van a ser monitorizados durante la duración del experimento por otro chip –este sí certificado para funcionar en el espacio– para ver cómo se comportan.
El detalle aquí es que aunque la ESA hace años que utiliza chips de memoria flash estándar para la memoria de sus sondas antes de montarlos y enviarlos al espacio los somete a montones de pruebas para descartar algunos y quedarse con los más fiables, pues no todos los chips responden exactamente igual aunque sean del mismo lote de producción. Esto sube los costes, no por la cantidad de chips que haya que descartar, sino por el tiempo y personal que hay que dedicar a estas pruebas.
Así que Chimera busca entender si y cómo se podrían utilizar estos chips «del montón» sin necesidad de someterlos a todas estas pruebas previas. Un beneficio adicional es que se podrían utilizar componentes más recientes, que no hayan tenido que pasar las pruebas de certificación, con lo que se podrían lanzar al espacio componentes recientes en lugar de componentes una o dos generaciones por detrás de lo más moderno que haya en el mercado.
Los satélites GomX-4B y su cuasi gemelo GomX-4A, que será lanzado al mismo tiempo, tienen como objetivo probar sistemas de comunicación entre satélites –orbitarán a unos 4.500 kilómetros uno de otro– y de paso unos nuevos pequeños micropropulsores de gas frío que usarán para irse apartando en órbita.
Despegarán en un cohete Larga Marcha 2D chino, en lo que será el sexto lanzamiento orbital para China este año de los más de cuarenta que quiere hacer.