Por @Wicho — 31 de julio de 2020

Este vídeo es casi un anuncio que cuenta lo guay que son los trajes espaciales de SpaceX. Pero también sirve para que nos hagamos una idea de cómo son y qué funciones cumplen.

El primer concepto que dejan claro es que los trajes por sí solos no sirven de mucho; en realidad forman parte de un sistema compuesto por los trajes propiamente dichos y por el asiento.

Los trajes tienen un punto de conexión con el asiento, que es el que contiene la electrónica para que funcionen las comunicaciones –aunque los micrófonos van dentro del casco, claro– y proporciona el aire que regula la temperatura interior y que lo presuriza. De ahí que hablen de un sistema traje–asiento.

La capa exterior del traje, de los guantes –diseñados para funcionar con pantallas táctiles– y del casco son ignífugas, así que además proporcionan protección contra el fuego. Y en el caso del casco, contra golpes. Y si no que se lo digan a Doug Hurley, que según entraba en la Estación Espacial Internacional al salir de la Crew Dragon Endeavour se dio un piñazo en la cabeza que le hizo sangrar. El casco incorpora además las válvulas que regulan la presión en el interior del traje,

No son trajes diseñados para un paseo espacial –no tienen, por ejemplo, la capacidad de regular la temperatura de forma autónoma– sino para proteger a la tripulación en caso de una descompresión al estilo de la de la Soyuz 11. Podemos pensar en ellos como en el equivalente a las mascarillas de oxígeno de los aviones. Pero en versión siglo XXI.

Cada traje es fabricado a medida para quien lo va a usar para así optimizar su funcionamiento, evitar roces, etc.

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