Envalentonadas por el éxito del alunizaje suave de la sonda Luna 9 el 3 de febrero de 1966 las autoridades soviéticas decidieron que el siguiente hito del programa espacial soviético bien podía ser colocar una sonda en órbita alrededor de la Luna y que esto coincidiera con el 23 Congreso del Partido Comunista.
Sólo que este congreso comenzaba el 29 de marzo y terminaba el 4 de abril de 1966, lo que dejaba más bien poco tiempo a los ingenieros soviéticos para terminar de preparar y lanzar el orbitador en cuestión.
Así que lo que hicieron fue paralizar el desarrollo del orbitador Ye-7, que acumulaba meses de retraso, y volver a empezar, aunque en este caso utilizando como base del desarrollo el programa Ye-6, del que había salido la Luna–9.
Bautizado como programa Ye-S (la S es de sputnik, es decir satélite), tenía una etapa propulsora igual a la de las Ye-6 y un orbitador extremadamente sencillo pero que aún así llevaba a bordo siete instrumentos cientificos; en este sentido se parece mucho al Sputnik-1, una solución de compromiso para poder lanzar lo antes posible, que hizo que el que iba a ser originalmente el Sputnik-1 terminara siendo el Sputnik-3.
Esto permitió que, tras un primer lanzamiento fallido, la (segunda) Luna 10 entrara en órbita alrededor de la Luna el 3 de abril de 1966, permaneciendo activa hasta el 30 de mayo de ese mismo año, tiempo durante el que llegó a determinar, entre otras cosas, que el campo gravitatorio de la Luna no es uniforme, que la composición de su regolito es similar a la del basalto, o que no tiene un campo magnético propio. Eso sí, para simplificar las cosas no llevaba ningún tipo de grabador de datos a bordo, así que sus instrumentos sólo funcionaban cuando estaba a la vista desde la Tierra, y como tampoco tenía un sistema de control de actitud lo suficientemente sofisticado no llevaba ninguna cámara, ya que no era capaz de orbitar de una forma lo suficientemente estable como para hacer fotos.
Pero el detalle más curioso de la misión es que las autoridades decidieron que para completar su misión propagandística la sonda tenía que transmitir música desde la órbita lunar.
Descartados el himno soviético propiamente dicho y Ancha es mi patria, una canción patriótica muy popular, por considerar los responsables políticos que podían interpretarse como que de alguna forma la URSS estaba reclamando algún tipo de soberanía sobre la Luna, la opción escogida fue La internacional.
Los ingenieros diseñaron una especie de organillo electrónico compuesto por una serie de osciladores que producían las notas y un dispositivo programador que determinaba en qué orden y durante cuanto tiempo sonaban estas. El resultado no es que fuera de alta calidad, pero al menos sonaba… O más bien lo hizo hasta el día anterior a tener que transmitir en directo al plenario del congreso.
El 3 de abril, pocas horas después de la inserción orbital, los responsables de la misión hicieron una transmisión de prueba que funcionó perfectamente, pero el día 4, unos minutos antes de tener que conectar con el plenario del congreso, descubrieron que aquello sonaba mal; por lo visto uno de los osciladores se había estropeado y, por tanto, la nota que le correspondía no sonaba.
Así que lo que hicieron fue, en cuanto les dieron la orden, activar el reproductor de la Luna 10, pero transmitieron al congreso la grabación que habían hecho la noche anterior, algo que sólo salió a la luz unos 30 años más tarde, por si acaso.
(La historia de la retransmisión musical vía Russian Space Web).