Por @Wicho — 6 de junio de 2016

Se calcula que en la actualidad hay unos 29000 objetos de más de 10 centímetros en órbita, muchos de ellos fuera de servicio. Pero basta el impacto de uno de un centímetro como para poder destrozar otro satélite, lo que a su vez provoca una cascada de nuevos fragmentos…

Y de ahí al síndrome de Kessler y a Gravity. Y no me hagáis hablar de Gravity.

En el MundoReal™ las agencias espaciales ya están tomando medidas, asegurándose de que cada lanzamiento produce el menor número posible de restos y de que al final de su misión un satélite puede ser retirado mediante una reentrada controlada o aparcándolo en una órbita cementerio donde no moleste.

Pero a veces los satélites fallan antes de que se pueda hacer esto, además de que hay ya un montón de basura ahí fuera.

Así que limpiarla puede ser más que una buena idea una necesidad. Por ello la Agencia Espacial Europea lleva un tiempo trabajando en la misión e.Deorbit, una demostración tecnológica que conseguiría hacer reentrar en la atmósfera un satélite ya muerto para quitarlo de en medio.

La misión maneja dos opciones: un brazo que sujete el satélite muerto o una red que permita capturarlo, aunque en su momento también se pensó en un arpón; una vez capturado el motor del satélite «basurero» será el que se los lleve a los dos.

La idea es lanzarla en 2023, pero si funciona podría abrir el camino para satélites cazadores más grandes, con el combustible necesario para sacar varios satélites o trozos de estos de su órbita, aunque antes tendrá que recibir el visto bueno de los ministros del ramo en 2016.

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