El 18 de enero de 2019 la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) lanzaba su cuarto cohete Epsilon. Se trata de un cohete pensado para el lanzamiento de satélites científicos que, en su versión de cuatro etapas, es capaz de colocar hasta 590 kilos en una órbita sincrónica al Sol de 500 kilómetros.
El lanzamiento del día 18, conocido como Innovative Satellite Technology Demonstration-1 y configurado para esta órbita, llevaba a bordo siste satélites.
La carga principal era el RAPIS 1, y con él viajaban, en el orden que los menciona la JAXA, los satélites MicroDragon, RISESAT, ALE-1, OrigamiSat-1, Aoba VELOX-IV y el NEXUS. Todos ellos tienen como misión demostrar el funcionamiento de varios dispositivos y tecnologías en el espacio
Pero el más peculiar de todos es sin duda ALE-1. Fabricado por la empresa Astro Live Experiences es una demostración tecnológica de lo que esperan que algún día sea una serie de satélites capaces de provocar lluvias de meteoros bajo demanda.
Este primer satélite tiene como objetivo estudiar el funcionamiento del concepto y ver si tener un satélite en órbita ayuda a comercializar la idea; obtener datos sobre la atmósfera superior de la tierra tales como densidad, dirección del viento y composición observando el comportamiento de los meteoros artificiales; y entender cómo la reentrada puede cambiar y afectar la trayectoria del meteorito.
La forma de producir estos meteoros artificiales es disparar unas bolas de un centímetro compuestas de materiales no tóxicos, bolas que al entrar en la atmósfera se consumen y dejan un rastro de luz similar el de los meteoros naturales. Para evitar problemas está previsto que los satélites de esta serie no «disparen» nunca por encima de los 400 kilómetros, por lo que lo primero que tiene que hacer ALE-1 es bajar su órbita, para lo que desplegará una membrana que actuará como una especie de aerofreno y que hará que vaya perdiendo altitud. Además las partículas terminan de consumirse entre los 80 y los 60 kilómetros de altitud, con lo que no sólo no llegan a Tierra sino que es imposble que golpeen ninguna aeronave.
Después de eso la empresa prevé que su primera lluvia de estrellas artificial se produzca en la primavera de 2020 sobre Japón.
Los satélites ALE tienen unos 68 kilos de peso, un coste de unos 3 millones de dólares, y son capaces de cargar con entre 300 y 400 meteoros artificiales, por lo que cada estrella fugaz de un satélite cargado a tope sale en unos 7.500 dólares, gastos de lanzamiento aparte… de ahí lo de ver si son capaces de comercializar la idea, claro.
En cualquier caso, y aunque es un uso claramente frívolo del espacio yo lo veo como una señal más de que el acceso al espacio es algo cada día más asequible, hasta el punto de que nos permite comcebir y ejecutar ideas como esta.