El programa espacial chino ha sufrido un revés con el fallo del segundo cohete Larga Marcha 5, que el 2 de julio de 2017 tenía que haber puesto en órbita el satélite de telecomunicaciones Shijian-18.
La causa parece estar en un fallo de la primera etapa, ya que esta se separó del resto del cohete unos 105 segundos más tarde de lo previsto, lo que probablemente indica que no entregó toda la potencia que tenía que haber dado. La segunda etapa, por su parte, apenas funcionó durante tres minutos y quince segundos, mucho menos tiempo del necesario para colocar al Shijian-18 en su órbita inicial. Esto probablemente fue debido a que los ordenadores de a bordo detectaron que no había manera de alcanzarla desde el punto en el que la primera etapa se había desprendido, a menos altura y velocidad de los previstos.
Esto no sólo supone la pérdida del Shijian-18 sino que implica que China tendrá que retrasar el lanzamiento de la misión Chang'e 5, que tiene como objetivo tomar muestras de la superficie lunar y traerlas de vuelta, y que estaba previsto para noviembre de 2017.
También habrá que retrasar, con toda probabilidad, el lanzamiento del primer módulo de la estación espacial Tianhe, previsto para 2019.
Conviene recordar, en cualquier caso, que el Ariane 5 experimentó fallos completos o parciales en 4 de sus primeras 14 misiones y que hoy en día es un lanzador de los más fiables.
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