Esta imagen puede no parecer gran cosa. Pero sirve de prueba de que la sonda Hayabusa 2 de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) ha cumplido con otro de los hitos de su misión.
Operando de forma autónoma a unos 320 millones de kilómetros de la Tierra ha desplegado el Small Carry-on Impactor (SCI), uno de los instrumentos que lleva a bordo, diseñado para crear un cráter en la superficie del asteroide Ryugu.
El SCI estaba diseñado para disparar una lámina de cobre de 2 kilos de peso contra el asteroide para ello. Y lo que se ve en la imagen, tomada entre uno y dos segundos después del impacto, son dos columnas de restos creadas por el impacto. Miden unos 70 u 80 metros de altura.
Hayabusa 2 aún permanecerá durante un par de semanas al otro lado de Ryugu, esperando a que los restos caigan sobre la superficie o se pierdan en el espacio. Luego volverá a su posición base a 20 kilómetros del asteroide para, en unas semanas más, estudiar el nuevo cráter.
Al poder mirar bajo la superficie podrá ver el material original del asteroide sin los efectos de millones de años de exposición a todo tipo de radiaciones en el espacio. Además el estudio de la forma y tamaño del cráter permitirá averiguar más cosas acerca de las características de Ryugu.
La nota de prensa de la JAXA no lo especifica pero esta imagen tiene toda la pinta de ser de la cámara analógica que montaba la DCAM3, el instrumento que la sonda dejó atrás para observar el impacto. Pero la DCAM3 también montaba una cámara digital, así que es posible que en breve tengamos mejores imágenes.
Impresión artística de la maniobra – JAXA
Si el nuevo cráter es lo suficientemente grande Hayabusa 2 intentará tomar muestras de su fondo para traerlas a Tierra para su análisis junto con las que ya ha tomado de la superficie del asteroide. En total la sonda tiene capacidad para tomar muestras en hasta tres sitios distintos.
Estudiar Ryugu es de interés para los científicos porque es un asteroide tipo C (bueno, CG), lo que quiere decir que además de por roca está formado por materiales orgánicos y hielo. Y eso puede ayudarnos a entender de dónde sale la vida y por tanto de dónde salimos nosotros. Los asteroides son especialmente interesantes de cara a este tipo de estudios porque permanecen casi intactos desde la formación del sistema solar, conservados en el fresquito del espacio.