En plena resurrección de la carrera espacial —o de otra carrera espacial—, en la que los cohetes aterrizan en vertical y se habla con entusiasmo y hasta con cierta candidez sobre llegar a Marte, tal vez lo de lanzar globos estratosféricos llenos de helio (gas más ligero que el aire, no inflamable) no resulte muy apasionante.
Pero los globos estratosféricos tienen mucho que ofrecer a la ciencia y a la educación e incluso al turismo de altos vuelos a un precio que es una fracción de lo que cuesta lanzar un objeto en el espacio. Eso sí, los globos estratosféricos son eso, estratosféricos, y llegan hasta más entre un tercio y la mitad (33 y 46 km de altitud) del camino que hay que recorrer para llegar hasta lo que se considera el espacio (100 km de altitud).
Con el primer lanzamiento formal de un globo estratosféricos desde el puerto espacial Tucson, la compañía privada World View Enterprises (que tiene entre sus clientes a la NASA, por ejemplo) da por “abierto comercialmente” su base para el lanzamiento de globos estratosféricos provistos de una vehículo no tripulado —controlado a distancia— capaz de llevar instrumentos de medición, de observación, de comunicaciones y experimentos científicos a bordo.
Un stratollite (un satélite estratosférico) no sólo resulta mucho más económico de lanzar —de acuerdo, aunque no llegue estrictamente hasta el espacio— pero a cambio ofrece otras ventajas más allá de su coste relativamente bajo, irrisorio en comparación con lo que cuesta lanzar un satélite espacial: es flexible y rápido de preparar y lanzar, su vuele tiene un impacto mínimo en el medio ambiente, puede seguir diversas trayectorias, desde quedarse estático sobre un punto a recorrer todo el planeta; la duración del vuele puede ajustar a la misión, desde unas horas hasta meses, puede llevar un amplio catálogo de instrumentos y equipos y salvo imprevistos lo normal es que regresa a tierra con total seguridad e intacto.
Aunque este lanzamiento es el primero que realiza World View desde su base lanzamiento, la compañía tiene en su haber unos 50 lanzamientos satisfactorios en misiones gubernamentales, educativas y comerciales.
Como paso siguiente el plan de World View es hacer honor a su nombre ofrecer The Voyager Experiencie, o la posibilidad de que el público pueda ascender en uno de sus globos, provisto de una góndola para seis pasajeros y dos tripulantes, y observar la tierra desde más de 30 km de altitud. A esa altitud, en la estratosfera, se está ya situado por encima del 99 por ciento de la masa atmosférica terrestre y las estrellas resultan visibles.
Eso sí, el World View establece el precio del billete en unos 75.000 dólares.