Por @Wicho — 30 de marzo de 2017

Garriott en la EEI
Richard Garriott (a la derecha) con Greg Chamitoff y Michael Fincke en la EEI

En 2008 Richard Gariott estuvo 12 días a bordo de la Estación Espacial Internacional tras pagar 30 millones de dólares por ello; en Travel Tips From a Real Space Tourist: Get Ready to Feel Awful cuenta que lo del turismo espacial también tiene su lado menos glamuroso.

Por una parte, en caída libre los fluidos corporales dejan de moverse con normalidad, lo que hace que por lo general las personas que están en el espacio tengan la cara algo hinchada y los ojos rojos, un poco como si te pusieras en un tobogán pero con la cabeza por delante. Esto provoca también algo de dolor de cabeza los primeros días, aunque unas aspirinas lo arreglan.

La caída libre también hace que el líquido del oído interno que nos permite detectar el movimiento vaya por libre y que su posición no necesariamente coincida con la que registran los ojos, con lo que el mareo está casi asegurado. Esto se arregla en unos tres días, aunque a la vuelta necesitas otros tres días para volver a la situación normal. De nuevo, se puede tratar con medicamentos.

Y si pasas mucho tiempo en el espacio tus músculos y tus huesos se atrofian. En el caso de una excursión corta como la de Gariott no es un problema serio, pero los astronautas que pasan más tiempo en el espacio han de someterse a un riguroso programa de ejercicio físico para combatir esto.

A todo esto hay que añadirle aproximadamente un año de entrenamiento para estar listo para integrarte como un tripulante más de tu nave, ya que tienes que estar preparado para manejar los sistemas de a bordo en caso de que sea necesario; también hay que someterse a entrenamiento se supervivencia por si la cápsula termina aterrizando en un lugar inhóspito.

Pero en cualquier caso Garriott dice que disfrutó cada minuto de su tiempo en el espacio.

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