Despegue del Protón–M – ESA–Stephane Corvaja, 2016
A las 9:31:42 UTC del 14 de marzo de 2016 un cohete Protón–M despegaba del cosmódromo de Baikonur para lanzar la misión ExoMars 2016 rumbo a Marte.
Pero a pesar de ser el cohete más potente del que dispone la agencia espacial rusa, no tiene la potencia suficiente como para poner directamente rumbo a Marte las 4,3 toneladas del orbitador Trace Gas Orbiter y del aterrizador Schiaparelli, así que lo que hicieron los ingenieros fue ir poco a poco, despacito y con buena letra.
La primera etapa del Protón–M, que funciona durante dos minutos, lleva el conjunto a una altitud de 43 kilómetros a 1716 metros por segundo; la segunda lo lleva a los 129 kilómetros a 4503 m/s; y la tercera lo deja a 153 km de altitud y 7230 m/s.
Pero eso aún está por debajo de la velocidad necesaria para entrar en órbita… Y aquí es dónde entra en juego la cuarta etapa del Protón–M, conocida como Breeze M, y que, entre otras cosas, es capaz de encender y apagar sus motores hasta ocho veces.
Un primer encendido de sus motores la puso, junto con si carga, en una órbita circular de 175 kilómetros, muy baja, pero lo suficiente como para afrontar el siguiente paso.
La Breeze M no está diseñada para lanzamientos interplanetarios, pero lo que hicieron los responsables de la misión fue programar tres encendidos adicionales de sus motores, uno cada vez que el conjunto pasaba por el punto más cercano a la Tierra de su órbita.
Estos fueron convirtiendo la órbita circular en órbitas cada vez más elípticas, primero de 292×5272 km, luego de 639×21 079 km, y el tercer encendido fue el que consiguió impartir a la TGO y Schiaparelli la velocidad necesaria para partir rumbo a Marte.
Órbitas de escape de ExoMars 2016 – Anatoly Zak
En este tercer encendido adicional juega a favor de la misión el hecho de que cada uno de los encendidos anteriores ha ido consumiendo combustible y el que la Breeze-M cuenta con un depósito de combustible exterior en forma de donut que pesa unos 950 kilos y que puede ser explusado cuando está vacío, con lo que hay menos masa que mover.
Así, unos 15 minutos después de este último encenido, 10 horas y 56 minutos después del despegue, la Breeze-M se separó por fin de la TGO y Shciaparelli, lo que no deja de ser un alivio teniendo en cuenta lo que sucedió la última vez que Rusia intentó enviar algo a Marte.
Separación de la Breeze–M y la TGO – Roscosmos
Sin embargo a la Breeze-M aún le quedan un par de maniobras por hacer, que son apartarse de la TGO y Shiaparelli, y además modificar su trayectoria lo suficiente como para llegar a chocar nunca con Marte, ya que no va esterilizada como su carga, y así quedar en una órbita de enterramiento.
La Trace Gas Orbiter, por su parte, comenzó su secuencia de arranque tras la separación, con la adquisición de la señal por parte de las estaciones de tierra a las 21:29 UTC indicando que todo va bien y que en unos siete meses llegaremos, si todo va según lo previsto, de nuevo a Marte.
Momento de la adquisición de la señal
Una vez allí la TGO estudiará la atmósfera marciana, mientras que Schiaparelli intentará un aterrizaje para comprobar las técnicas que se quieren usar para el aterrizaje del rover ExoMars 2018.