Por @Wicho — 7 de junio de 2018

«Salpimentando» Curiosity

El 1 de diciembre de 2016 el taladro del rover Curiosity que la NASA tiene en Marte empezó a dar problemas para extenderse, problemas que fueron yendo a peor hasta que en marzo de 2017 quedó permanentemente extendido. En esta configuración la broca gira sin problemas. Pero por una parte así es imposible usar un par de «patitas» que tiene el cabezal para apoyarse al taladrar y estabilizar la maniobra, ya que quedan por detrás de la punta de la broca cuando está extendida del todo. Y por otra, y esto es lo peor, al no poder retraer el cabezal no se puede aproximar a la apertura que se utiliza para pasar las muestras que obtiene el taladro a CheMin y SAM, los dos laboratorios de análisis del rover. Esta apertura tenía un tamizador por si había alguna partícula demasiado gruesa y un distribuidor que medía las cantidades necesarias a colocar en cada uno de los laboratorio.

Esto obligó a los responsables de la misión a diseñar un nuevo modo de utilizar el taladro que básicamente consiste en hacer las perforaciones con él completamente extendido –qué remedio– mientras el brazo de Curiosity usa sus sensores de movimiento para corregir cualquier posible desplazamiento de la broca.

Hasta el fondo
El agujero tiene 1,6 centímetros de ancho por 5 de profundidad

Pero aún quedaba el problema de cómo llevar las muestras a Chemin y SAM. La solución ha pasado por mover el brazo, en cuya punta está el taladro, colocarlo de tal forma que la broca queda encima de la entrada de muestras de los dos laboratorios, y hacer girar muy despacio y al revés la broca, que es hueca, para que suelte directamente el material que lleva dentro sobre la entrada de muestras.

Tras comprobar primero que Curiosity era capaz de hacer taladros con la nueva técnica en los últimos días se hizo la prueba de «salpicar» las muestras sobre la entrada, porque una cosa es que funcione en la Tierra y otra es que lo haga en Marte, donde la gravedad es menor y la atmósfera mucho más tenue… y la buena noticia es que ha funcionado, por lo que Chemin y SAM están analizando sus primeras muestras desde hace más de 500 días.

De todas formas hay que ir con cuidadito, porque como explica John Michael Moorokian, el ingeniero que ingenió el nuevo método de toma de muestras, no hace falta mucho más que el equivalente a como media aspirina infantil. Pero con menos los análisis no serán correctos, y con más se pueden dejar contaminados los laboratorios de forma que futuros análisis se vean comprometidos, por no hablar de la posibilidad de dejar algo atascado de forma quizás irremediable.

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