Por @Wicho — 3 de agosto de 2021

La Starliner y su Atlas V en la plataforma de lanzamiento - Boeing
La Starliner y su Atlas V en la plataforma de lanzamiento - Boeing

Tras meses de cambios con la fecha definitiva el pasado 30 de julio todo estaba listo en el Complejo de Lanzamiento 41 (SLC 41) de Cabo Cañaveral para el lanzamiento de la segunda misión de prueba de una cápsula Starliner de Boeing. Pero el susto que dio el módulo Nauka de la Estación Espacial Internacional (EEI) obligó a posponer el lanzamiento al martes 4 de agosto. Y finalmente tampoco pudo ser el día 4 porque mád de la mitad de las válvulas del sistema de alimentación de combustible de los motores de maniobra del módulo de servicio de la cápsula estaban dando lecturas extrañas. Así que estamos ante un nuevo retraso del lanzamiento de la misión.

La buena noticia es que Boeing descarta que las lecturas extrañas sean un problema de software –y es que lo del software de la Starliner tiene tela–. Así que queda meterse a mirar el hardware. Y para ello hay que llevarse de nuevo la Starliner y el Atlas V que la va a lanzar al edificio de ensamblado vertical para poder revisar esas válvulas. No está claro si han fallado por mala suerte, si ha sido a causa de las tormentas con aparato eléctrico que tuvo que soportar la cápsula cuando ya estaba en la plataforma, o qué. La mala es que es posible que haya que desacoplar la Starliner del Atlas V para poder acceder a las válvulas afectadas.

En cualquier caso ahora mismo se estima que las fechas más próximas en las que se podría volver a intentar el lanzamiento son el 7 o el 8 de agosto. Y empieza a haber una cierta prisa: el lanzamiento de la cápsula de carga Dragon 23 hacia la EEI está previsto para finales de agosto. Y ocuparía el puerto de la Estación en el que se tiene que acoplar la Starliner. Pero es que además en octubre está previsto el lanzamiento de la misión Lucy, con lo que el Complejo de Lanzamiento 41 no estaría disponible desde unas semanas antes. Así que a lo mejor estamos hablando de que la Starliner no va a poder despegar antes de finales de octubre o principios de noviembre.

Una segunda oportunidad

Denominada Boeing OFT–2 el objetivo de la misión es poner una Starliner no tripulada en órbita, que se acople por sus propios medios y de forma autónoma en la Estación Espacial Internacional (EEI), que una vez allí la tripulación de la EEI acceda a su interior para retirar la carga que lleva, cambiarla por cosas que se tiene que traer de vuelta, y que finalmente se desacople y vuelva a tierra, de nuevo de forma autónoma. Igual que en la OFT–1 ninguna persona irá a bordo, sólo Rosie the Rocketeer, un maniquí de pruebas que incorpora un montón de sensores que tomarán datos para asegurarse de que una persona puede ir a bordo de la Starliner sin sufrir ningún tipo de daño.

Impresión artística de una Starliner a punto de atracar en la EEI - Boeing
Impresión artística de una Starliner a punto de atracar en la EEI - Boeing

Es una misión importantísima para Boeing porque la OFT–1 de diciembre de 2019 fue un auténtico fiasco, así que se juega mucho en ella. También lo es para la NASA, que confió en Boeing como segundo contratista del programa de tripulaciones comerciales y aún a pesar de haber cobrado un 60% más que SpaceX aún tiene que demostrar la validez de su cápsula; con el retraso causado por el fallo de la OFT–1 van con más de dos años de retraso frente a Crew Dragon de la empresa de Elon Musk, cuya primera misión de prueba se llevó a cabo en marzo de 2019 sin ningún tipo de problema.

La Starliner ya en tierra
La Starliner de la OFT–1 de vuelta en tierra tras su fallida misión – NASA

Los problemas en la OFT–1 comenzaron nada más separarse la cápsula del cohete que la lanzó, que hizo su trabajo a la perfección. Por un error de programación la cápsula leyó incorrectamente el reloj de la misión y empezó a maniobrar como si estuviera aproximándose a la EEI, gastando un montón de combustible en el proceso. Un problema con el sistema de radio de a bordo impidió al control de la misión tomar el mando manual de la cápsula aunque detectaron inmediatamente esas maniobras equivocadas. Y para cuándo pudieron hacerse con el control la Starliner había gastado ya tanto combustible que era imposible que pudiera llegar a la EEI. Así que se tomó la decisión –la única posible, en realidad– de acortar la misión. Pero no terminaron ahí los problemas: poco antes de la separación de la cápsula de su módulo de servicio se descubrió que un error en la programación de la maniobra podía haber dañado el escudo térmico de la cápsula, lo que habría supuesto casi con toda seguridad su pérdida en la reentrada. Afortunadamente el error fue detectado a tiempo y se reprogramó la maniobra.

En total, después de analizar los problemas de la misión –fundamentalmente debidos a que nunca probó todos los subsistemas juntos sino que se fió de lo que decían las especificaciones acerca de cómo tenían que funcionar– Boeing se encontró con que tenía que solucionar más de 60 problemas antes de poder plantearse un nuevo lanzamiento.

Si no se le cuela otro antes el de la OFT–2 será el lanzamiento número 100 desde el Complejo de Lanzamiento 41 en una historia que incluye los de las misiones Viking y Voyager, el de la New Horizons, el de Juno, y el del rover Perseverance y su compañero Ingenuity.

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