Rocket Lab lo tiene todo listo en su Complejo de lanzamiento 1 situado en Nueva Zelanda para lanzar su sexto cohete Electron en la que será la cuarta misión comercial de la empresa. El That's A Funny Looking Cactus –ese es el nombre del cohete– se encargará de poner en órbita tres satélites.
La carga principal es el Harbinger, un satélite de observación terrestre mediante radar fabricado por York Space Systems. Su objetivo es demostrar que un pequeño satélite construido por una empresa privada puede satisfacer los requisitos de las agencias gubernamentales en cuanto a calidad de datos y velocidad de transmisión. Con un peso de 150 kilos será el satélita más pesado colocado en órbita hasta ahora por un Electron.
Le acompañan el Falcon Orbital Debris Experiment (Falcon ODE), un pequeño satélite que liberará dos esferas de acero inoxidable que se usarán para calibrar telescopios y sistemas de seguimiento mediante radar de objetos en órbita, y el Space Plug and Play Architecture Research CubeSat-1 (SPARC-1). El SPARC-1 tiene como misión probar desarrollos en la miniaturización de aviónica, radios definidas por software y cámaras para seguimiento de objetos en órbita.
La misión, denominada STP-27RD, es parte de una iniciativa del Departamento de Defensa de los Estados Unidos para comprar lanzamientos en cohetes comerciales a precios reducidos y, sobre todo, con poca antelación.
El lanzamiento está programado para una ventana que va de las 8 a las 12, hora peninsular española, del sábado 4 de mayo de 2019. Así que puede coincidir con el lanzamiento de la cápsula de carga Dragon 17 después de que este fuera cancelado pocos minutos antes de producirse el día 3. Se podrá seguir a través de Internet.
Es el segundo lanzamiento del año de Rocket Lab, que tiene el ambicioso objetivo de llevar a cabo 16 en 2019.
El Electron, con 17 metros de alto, 1,2 de diámetro, y un peso al lanzamiento de 12.250 kilos, es un cohete de tres etapas construido íntegramente en fibra de carbono. Su motor, impreso en 3D, utiliza bombas eléctricas para mover el combustible en lugar de las turbobombas a gas de los cohetes más grandes, lo que lo hace más sencillo, barato y en principio más fiable. Está pensado para colocar cargas de entre 150 y 255 kilos en órbita sincrónica al sol, un segmento de mercado con gran demanda. Su gran ventaja, al menos según el fabricante, es que no hay que esperar turno como carga secundaria en un lanzamiento de un cohete más grande. De hecho dicen ser capaces de fabricar uno a la semana. El precio, de unos 4 millones de dólares por lanzamiento, también es atractivo, aunque no mucho más barato por kilo que otras opciones.
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