Por Nacho Palou — 23 de febrero de 2018

Esta semana los la NASA hizo un encendido del motor RS-25 del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), alcanzando la mayor potencia de empuje hasta la fecha: el 113 por ciento, durante 50 segundos en una prueba que duró en total 260 segundos realizada en el Centro Espacial Stennis. Se trata de la tercera prueba de encendido completa este año.

La mayor parte del “humo” producido durante la prueba en realidad es vapor de agua producido por el hidrógeno y oxígeno líquidos usados como propelente.

Los motores RS-25 son viejos conocidos: proceden de los transbordadores espaciales que dejaron de prestar servicio en 2011. Así que se trata de potencia de la vieja escuela, e incluso con un punto de obsolescencia teniendo en cuenta que volaron por primera vez en 1977 (aunque pasaron por varias mejoras a lo largo de los años) y la tendencia a utilizar más motores y más pequeños y también más sencillos y eficientes, y también al creciente uso del metano como propelente sobre el hidrógeno.

A potencia máxima los cuatro motores del SLS pueden producir casi un millón de kilogramos de empuje, fuerza que puede crecer hasta los 3,6 millones de kilogramos añadiendo sendos propulsores auxiliares de combustible sólido.

En comparación un cohete Saturno V producía 3,4 millones de kilogramos de empuje, mientras que el Falcon Heavy se queda en los 2,3 millones de kilogramos de empuje. De modo que si todo va bien el SLS recuperará para la NASA el título de cohete en servicio más potente. Al menos hasta la llegada del BFR de SpaceX (5,3 millones de kilogramos de empuje.)

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