Por @Wicho — 29 de agosto de 2022

Vista aérea del SLS en la plataforma de lanzamiento al amanecer con el mar al fondo – NASA/Joel Kowsky
El SLS en su plataforma de lanzamiento listo –o, visto lo visto, no– para despegar en su primera misión - NASA/Joel Kowsky

El sábado 27 a las 15:53, hora peninsular española (UTC +2), arrancaba la cuenta atrás de 46 horas y 40 minutos. Su objetivo era terminar con el lanzamiento de la misión Artemisa I a bordo del cohete SLS a las 14:33 del lunes 29. Hubiera sido el primer lanzamiento de un SLS de la historia. Pero finalmente el intento de lanzamiento resultó cancelado.

El objetivo de la misión es probar los sistemas de una cápsula Orión en una misión a la Luna, que es para lo que ha sido diseñada. Eso incluye su módulo de servicio, fabricado por la Agencia Espacial Europea para la NASA. Aunque en esta misión no vaya nadie a bordo. Salvo unos maniquíes dotados de una colección de sensores que registrarán todo tipo de datos acerca de las fuerzas y condiciones que experimentarán las personas que formen parte de la tripulación de la misión Artemisa II. Otra cosa fundamenta es comprobar el funcionamiento del escudo térmico de la cápsula. Nunca ninguna misión ha reentrado en la atmósfera a la velocidad a la que lo hará la Orión de Artemisa I, unos 40.000 kilómetros por hora.

Así que el lanzamiento de hoy, aunque importante, hubiera sido sólo el principio: la misión no se podrá dar por terminada hasta que la cápsula no esté sana y salva a bordo del buque de recuperación que la tiene que recoger tras su amerizaje.

Ay, el hidrógeno líquido

Tras un fin de semana sin problemas, a primera hora de la mañana del lunes –siempre en horario peninsular español– las cosas empezaron a torcerse. La agencia tuvo que detener en dos ocasiones
la carga de hidrógeno líquido
(LH2 por su siglas en inglés) en la primera etapa del SLS.

La primera, porque se detectó una fuga. Se trataba de una fuga localizada en el punto en el que el cohete se acopla a los conductos de la torre de lanzamiento; es el mismo sitio en el que ya hubo una fuga durante el primer ensayo de carga de propelentes en abril. El equipo de la misión propuso pasar al modo de carga lenta de LH2 a ver si eso solucionaba el problema, y en principio así fue. O, al menos lo mitigó lo suficiente como para que la fuga permaneciera dentro de los parámetros de seguridad aunque no se cerrara del todo. Y es que el hidrógeno líquido tiene fama de ser capaz de colarse por cualquier sitio. La segunda, casi inmediatamente después de iniciar la carga lenta, al detectarse una sobrepresión.

Pero puesta en marcha otra vez la carga lenta no hubo más problemas y la NASA pudo pasar al modo de llenado rápido que permitió llenar los depósitos de oxígeno (LOX) e hidrógeno líquidos de la primera etapa y pasar a llenar los de la segunda.

Un motor que no se enfría

Aunque fue entonces cuando surgió el problema que, al final, terminó con el intento de lanzamiento. Para que los motores principales del cohete no sufran un shock térmico brutal no se les inyectan directamente los propelentes, que están respectivamente a -146 °C y -253 °C. En su lugar se va inyectando un poco de LH2 en ellos para que se vayan enfriando. Sólo que el motor número 3, hiciera lo que hiciera el personal de la NASA, se negó a aceptar la entrada del LH2.

Gráfico del SLS visto desde abajo que muestra la disposición de sus motores – Northrop Grumman
Los motores del SLS vistos desde abajo – Northrop Grumman

Por si fuera poco, durante un rato pareció que había aparecido una grieta en la estructura que une los tanques de hidrógeno y oxígeno líquidos entre sí, aunque al final resultó ser una grieta en la espuma aislante que cubre esa estructura y que no hubiera sido un problema de cara al lanzamiento.

Pero esas alturas, con más de una hora de la ventana de lanzamiento ya perdida, se sumó que la meteorología empeoró lo suficiente como para tampoco permitir el lanzamiento.

Así que Charlie Blackwell-Thompson, la directora del lanzamiento, decidía cancelarlo por hoy.

Próxima oportunidad

Hay una serie de condicionantes a la hora de poder lanzar el SLS junto con la cápsula Orión:

  • La Luna tiene que estar en la posición adecuada en su órbita para que la etapa superior del SLS pueda hacer la maniobra de inyección translunar que la saca de la órbita terrestre y la lanza hacia la Luna de tal forma que pueda entrar en la órbita lunar programada.
  • La trayectoria resultante para un día determinado debe garantizar que Orión no esté en la oscuridad durante más de 90 minutos seguidos para que los paneles solares puedan recibir y convertir la luz solar en electricidad y la nave pueda mantener un rango de temperatura óptimo.
  • La fecha de lanzamiento debe ser compatible con una trayectoria que permita la reentrada en la atmósfera por saltos programada.
  • La fecha de lanzamiento debe posibilitar un amerizaje de día para facilitar las tareas de localización y recuperación de la nave.

Así que la próxima ventana de lanzamiento se abre el viernes 2 de septiembre a las 18:48, hora peninsular española. Suponiendo que la NASA pueda aprovecharla, que es algo que aún está por ver y confirmar.

Ojo con los atajos

Porque –y es un gran pero– el enfriado previo de los motores es algo que la NASA no pudo probar durante el segundo ensayo de carga de propelentes en el SLS tras decidir acortarlo precisamente por los problemas de carga de hidrógeno.

Así que como decía ahí arriba, está por ver si la agencia va a intentar lanzar el día 2 o si por fin le da la razón a las personas que pedían repetir la prueba de carga de propelentes incluyendo el enfriado de motores. O si deciden que hay que devolver el cohete al Edificio de ensamblado de vehículos para ver qué pasa con el motor número 3. Tampoco ayuda que la previsión meteorológica para el viernes es de sólo un 40% de que se cumplan las condiciones necesarias para poder lanzar.

Aunque también puede optar por volver a intentar el lanzamiento una y otra vez hasta que todo salga correctamente y por fin el SLS emprenda su primer vuelo.

El SLS, por cierto, ya pesar de que lo habrás visto repetido hasta la saciedad estos días, no es el cohete más potente de la NASA. Ese título sigue siendo propiedad del Saturno V del programa Apolo, que era capaz de enviar 43.500 kilos hacia la Luna. El SLS, en su versión actual, la Block 1, sólo es capaz de 27.000 kilos. La Block 1B será capaz de 42.000 kilos, también por debajo del Saturno V. Sólo la Block 2, con una capacidad de algo más de 46.000 kilos, lo superará. Pero aún le quedan años por volar.

El SLS está en Twitter como @NASA_SLS; el equipo de tierra de la NASA que lo gestiona está en @NASAGroundSys. La Orión es @NASA_Orion. El programa Artemisa es @NASA_Artemis. Todas ellas están en mi lista de Twitter de cuentas relacionadas con el espacio.

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