Por @Wicho — 5 de marzo de 2018

115 metros de torre

Si alguna vez la NASA consigue terminar el Space Launch System y llega a la fase de lanzar misiones tripuladas los astronautas que vayan a viajar a bordo de la cápsula Orión ya pueden acceder a ella cómodamente desde la torre de lanzamiento del SLS.

El pasado 26 de febrero de 2018 una grúa se encargaba de levantar el crew access arm (CAA), brazo de acceso de la tripulación, para que los operarios del centro Kennedy lo montaran en la torre de lanzamiento a los 83,5 metros de altura de los 115 que esta tiene.

Se trata de una pasarela de 18 metros que en el lado más próximo a la cápsula tiene un compartimento conocido como la habitación blanca que es desde la que los astronautas accederán a la cápsula con la ayuda del personal de tierra; a través de ella tendrán que salir por patas si algo sale mal. El brazo tiene otro pasarela por debajo del nivel al que está la habitación blanca que permitirá a los técnicos acceder al módulo de servicio de la Orión para los últimos ajustes antes del lanzamiento.

El CAA, igual que otros brazos de acceso de la torre, gira para apartarse del camino del cohete cuando este va a despegar.

Por aquí se irá a espacio

La torre de lanzamiento, junto con el cohete, se mueven del edificio de ensamblado de vehículos a la plataforma de lanzamiento sobre los famosos transportes de orugas que con anterioridad ya fueron utilizados para mover los transbordadores espaciales y los Saturno V del programa Apolo.

Esta torre había sido diseñada originalmente para el Ares I, cancelado en 2010, así que ha sido sometida a numerosas modificaciones que hacen que pese más de lo previsto, aunque todavía está dentro de los límites de lo que puede mover un transportador. También está un poco inclinada y retorcida, aunque la NASA dice que eso es de esperar con una estructura de acero tan enorme como esta. En cualquier caso dice que se toman medidas ultraprecisas a cada paso y que la inclinación y la torsión también están dentro de lo previsto.

Un problema que tiene la NASA con esta torre es que habría que modificarla de nuevo cuando entre el servicio la variante 1B del SLS, más grande y pesada, así que está considerando construir una totalmente nueva para el SLS 1B en lugar de modificar la actual. Creen que con eso se ahorrarían peso y que con un coste estimado de 300 millones de dólares no les saldría mucho más caro que modificar la actual. Además, conservando la actual podrían seguir lanzando misiones con el SLS en su versión 1.

Pero un problema mayor es que nadie tiene muy claro qué tiene que hacer la NASA con el Space Launch System. Según la última ocurrencia de la administración Trump será para que los Estados Unidos vuelvan a la Luna, pero eso requiere dinero y tiempo. Y por ahora no le han dado dinero suficiente a la NASA para cumplir con ese objetivo. Y al ritmo que se mueve el desarrollo de este cohete es casi seguro que incluso si Trump renueva para un segundo mandato el SLS no haya hecho más que algún lanzamiento de prueba para entonces.

De hecho cada vez hay más voces que sugieren que la NASA debería dejar el desarrollo de cohetes en manos de la iniciativa privada y dedicar sus recursos a planear misiones útiles que llevar a cabo con esos cohetes.

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