Por @Wicho — 27 de Junio de 2024

En un anuncio sorpresa porque no era público que el proceso de selección estaba en marcha la NASA ha anunciado que ha otorgado a SpaceX el contrato para el diseño y construcción del U.S. Deorbit Vehicle, Vehículo para desorbitado de los Estados Unidos, USDV. Es la nave que tendrá que guiar a la Estación Espacial Internacional (EEI) en una reentrada controlada en la atmósfera al final de su carrera. SpaceX se ha llevado la adjudicación por 843 millones de dólares, lanzamiento aparte.

Sí es cierto que la agencia había hecho una petición de ideas a la industria para esa maniobra en el verano de 2022. Pero hasta donde se sabía la cosa no había ido más allá.

No está claro cuando será lanzado ni cuando terminará la carrera de la EEI, que por lo que sabemos ahora estará en servicio al menos hasta 2030. Pero hay que ir preparándose porque llevará un tiempo desarrollar, construir y lanzar el USDV, que tendrá que acoplarse con la Estación unos meses antes del final.

Y no podemos dejarla caer a lo loco porque pesa unas 450 toneladas y tiene el tamaño de un campo de fútbol.

Destrucción (controlada) por fases

El proceso empezará dejando que la EEI vaya perdiendo altitud de forma natural por el rozamiento con la atmósfera hasta que alcance unos 250 kilómetros. Por debajo de eso las ruedas de reacción ya no podrán mantener el control de su actitud, así que habrá que utilizar los propulsores del segmento ruso.

Unos días antes de la reentrada el USDV ajustará la altitud mínima de la órbita de la Estación a unos 165 kilómetros. De nuevo el rozamiento con la atmósfera irá bajando la órbita hasta unos 145 kilómetros. Un encendido final de los motores del USDV la dejará en tan sólo 50 kilómetros.

Se calcula que los paneles solares y los radiadores empiecen a desintegrarse a unos 110-120 km de altitud, que la rotura de los módulos se produzca a unos 84-100 km y que a los 70-75 km ya se haya desmontado por completo.

El objetivo del UDSV es llevar a la EEI en una trayectoria que la haga destruirse y quemarse lo más posible pero al mismo tiempo hacer que el área sobre el que puedan caer los restos sea lo más pequeña posible. Por supuesto la reentrada la dirigirá hacia el Punto Nemo, el punto del Océano Pacífico que más lejos está de cualquier lugar habitado.

Originalmente la tarea del USDV iba a ser llevada a cabo por cápsulas Progress rusas. Y de hecho en el vídeo de arriba se ve una acoplada al puerto trasero de la EEI. Pero tal y como están las cosas tal la invasión de Ucrania por parte de Rusia nadie puede confiar en que vaya a ser así.

En el vídeo también se ven los módulos Nauka, Prichal y la esclusa ShK aún acoplados a la Estación durante la reentrada. Aunque Rusia tiene planes para convertirlos en la base de la futura estación orbital ROS. Sólo que, de nuevo tal y como están las cosas, es muy poco probable que tenga los recursos para hacerlo.

Nauka, Prichal y la esclusa ShK con la Tierra al fondo
Nauka, Prichal con la Soyuz MS-25 acoplada, y la esclusa ShK – Roscosmos

Ilustración de la futura ROS
Impresión artística de la ROS en órbita – Roscosmos

La idea es que para cuando la EEI sea desorbitada ya haya en servicio alguna estación espacial comercial en la que las agencias espaciales socias de la EEI puedan contratar tiempo y servicios. Al tiempo que la estación lunar Gateway debería ya estar en funcionamiento para apoyar las misiones del programa Artemisa a la Luna. Pero todo esto también está por ver. Aunque tiene muchos más visos de ser realidad que los planes rusos.

¿Y más arriba?

La NASA consideró en su momento aumentar la altitud de la órbita de la Estación. Porque si bien a su altitud actual de algo menos de 500 km en un par de años reentraría en la atmósfera cuanto más arriba más años duraría. Con «sólo» subirla hasta unos 650 kilómetros aguantaría en órbita unos 100 años.

Pero eso tiene varios problemas. Uno, que no hay ninguna nave ni remotamente capaz de darle el impulso necesario para tal aumento de altitud. Quizás en el futuro una variante de Starship podría hacerlo. Aunque en ese caso distaría de ser trivial acoplar una nave tan grande a la Estación. Y hacerlo de tal forma que la unión pudiera soportar el impulso. Por no hablar de que igual la estructura de la Estación no lo soportaría.

También está el problema de que la Estación no es autónoma, con lo que habría que mantenerla tripulada de forma permanente, un coste que no está claro que las agencias involucradas quisieran asumir. Además de que sus módulos ya llevan muchos años en el espacio, con lo que cada vez tienen más achaques.

Finalmente, a esa altitud la probabilidad de un impacto catastrófico con basura espacial crece exponencialmente: de uno cada aproximadamente 50 años a su altitud actual pasa a uno cada cuatro años a 800 kilómetros.

Así que va a ser que no.

Pero mientras llega el día, hay que sacarle jugo a tope a la EEI, que lleva permanentemente ocupada desde el 2 de noviembre de 2000.

(Algunos datos vía Michal Vaclavik.)

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