El primer lanzamiento de un cohete Electrón de Rocket Lab fracasó no por un fallo del cohete sino por un error en la configuración de los equipos de tierra. Así que es muy lógico que decidieran posponer 48 horas el lanzamiento del Make It Rain para hacer unas comprobaciones en estos equipos.
Pero finalmente a las 6:30, hora peninsular española, el séptimo cohete Electrón despegaba del Complejo de lanzamiento 1 de la empresa, situado en la península de Mahia en Nueva Zelanda. El lanzamiento fue según lo previsto, con lo que a los ocho minutos y 59 segundos la tercera etapa del cohete y sus cargas útiles ya estaban en órbita.
El motor de la tercera etapa se activó a los 50 minutos y 27 segundos del despegue para apagarse a los 51:11. Con esto la órbita elíptica en la que estaba se convertía en una órbita sincrónica al Sol de 450×450 kilómetros, que era en la que había que dejar los satélites que iban a bordo.
La separación de los siete satélites de la tercera etapa, a la que aún le quedaba un encendido más de su motor para modificar su órbita y reentrar en la atmósfera para no convertirse en basura espacial, se completó a los 53:26.
En total sumaban 80 kilos, de los que 57 kilos correspondían al Global 3 de BlackSky, un satélite que obtendrá imágenes de la Tierra. El resto se lo repartían dos CubeSat Prometheus-2 (2 kg cada uno) del Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos que tienen como objetivo demostrar un sistema de comunicaciones que permita enlazar unidades móviles desplegadas en acción con estaciones fijas; los SpaceBEE 8 (0,4 kg) y 9 (0,7 kg) un modelo rediseñado de los SpaceBEE originales que, de hecho, fueron lanzados sin permiso; el ACRUX 1, un CubeSat de 1 kg desarrollado por estudiantes de ingeniería para Melbourne Space Program, una organización educativa sin ánimo de lucro; y un séptimo pasajero «secreto» que Rocket Lab no ha identificado, algo que ha generado cierta polémica.
Es el tercer lanzamiento de Rocket Lab en 2019 y con él han colocado ya 35 cargas útiles en órbita. Teniendo en cuenta que el primero lo realizaron el 28 de marzo es una cadencia de uno al mes. Pero el próximo lanzamiento no está previsto hasta agosto, con lo que no es probable que en 2019 pasen de 8 ó 10 lanzamientos.
Sin embargo tienen una fábrica capaz de producir un Electrón a la semana, así que quieren aumentar la cadencia de lanzamientos para aprovechar esa capacidad. En eso ayudará la puesta en marcha del complejo de lanzamiento que están construyendo en los Estados Unidos, que se espera que entre en servicio a finales de 2019.
Obras de construcción del Complejo de lanzamiento 2 en Virginia – Rocket Lab
En total van siete Electrón lanzados, de los que seis cumplieron a la perfección con su misión, lo que por ahora da a este cohete una fiabilidad del 86%.
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Un Electrón en la plataforma de lanzamiento – Rocket Lab
El Electrón, con 17 metros de alto, 1,2 de diámetro, y un peso al lanzamiento de 12.250 kilos, es un cohete de tres etapas construido íntegramente en fibra de carbono y con un motor impreso en 3D que utiliza bombas eléctricas para mover el combustible en lugar de las turbobombas a gas de los cohetes más grandes. Está pensado para colocar cargas de entre 150 y 255 kilos en órbita sincrónica al sol, un segmento de mercado con gran demanda. De hecho Peter Beck, el director de la compañía comentó en su momento que con ese tamaño de cohete podría satisfacer aproximadamente el 65% de la demanda de cargas de pago.
Y eso es lo que hace especialmente interesante seguir su evolución. No tendrá la espectacularidad de un Falcon Heavy pero va a ser más revolucionario en cuanto a facilitar lanzar cargas al espacio a más instituciones, empresas y, por qué no, particulares.