Por @Wicho — 25 de enero de 2019

El 25 de enero de 2004 a las 6:05, hora peninsular española, el rover Opportunity aterrizaba en Marte a tan sólo 25 kilómetros al este del centro del área al que apuntaba tras haber viajado 456 millones de kilómetros. Su objetivo era intentar dilucidar si en el pasado existió agua en estado líquido en Marte y si las condiciones ambientales fueron compatibles con la vida tal y como la conocemos, objetivo cumplido con creces. Y en eso estaba hasta el verano pasado.

Pero en algún momento entre el 10 de junio, cuando se recibió la última señal de él, y el día 12, cuando tenía que haberse puesto de nuevo en contacto con el control de la misión, el nivel de carga se sus baterías cayó lo suficiente como para que entrara automáticamente en hibernación.

Esa caída de la carga fue debida a una tormenta de polvo global que hizo que los paneles solares de Opportunity no pudieran generar suficiente energía para cargar sus baterías. Y aunque a principios de septiembre la tormenta ya se había extinguido y la atmósfera volvía a estar lo suficientemente despejada como para que los paneles de Opportunity volvieran a generar la suficiente cantidad de electricidad lo cierto es que desde aquel 10 de junio de 2018 no tenemos noticias de él.

La NASA no lo ha dado aún por perdido y aún ahora están intentando despertarlo. Pero lo cierto es que la cosa cada vez pinta peor.

Vista del cráter en el que aterrizó Opportunity
Vista del cráter en el que aterrizó Opportunity – NASA/JPL

En cualquier caso no hay que olvidar que Opportunity estaba diseñado para durar 90 soles –días marcianos– y que el último contacto con Opportunity ocurrió en el sol 5.111 de su misión. Eso son 57 veces más de lo que tenía que haber durado. O 14 años y 273 días más de lo previsto. Con lo que la misión, se mire como se mire, ha sido un enorme éxito.

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