Por @Wicho — 4 de abril de 2017

Órbita cementerioHay algo más de 13.000 satélites en órbita alrededor de la Tierra, aunque de ellos sólo unos 3.500 siguen en activo. Y aunque el espacio es muy grande resulta que se pueden producir colisiones entre satélites porque hay órbitas concretas que son muy atractivas, como por ejemplo la órbita geoestacionaria.

Situada a 36.000 kilómetros de la Tierra, es la que usan los satélites que necesitan permanecer sobre un punto determinado del planeta para ofrecer servicios de telecomunicaciones o hacer observaciones meteorológicas o del tipo que sea.

Antes los satélites se dejaban morir sin más en órbita, pero desde hace unos años hay un acuerdo internacional que especifica que un satélite tiene que conservar el suficiente combustible al final de su misión para quitarse de en medio.

En el caso de los satélites en órbita geoestacionaria esto implica irse a por lo menos 200 kilómetros por encima de los 36.000 kilómetros en los que están los satélites vivos, y justamente eso es lo que está haciendo el satélite meteorológico Meteosat-7, que tras casi veinte años de servicio acaba de empezar su camino hacia la órbita cementerio.

Los responsables de la misión calculan que terminarán entre 500 y 600 kilómetros por encima de la órbita geoestacionaria. Pero no sólo apartarán al Meteosat-7 de los demás satélites sino que se asegurarán de que sus depósitos de combustible queden vacíos, de que sus baterías queden descargadas y desconectadas y de que cualquier dispositivo pirotécnico de a bordo haya sido disparado. Además, dado que es un satélite que gira sobre sí mismo, se asegurarán también de que deje de hacerlo; de esta forma se minimizan las posibilidades de que en el futuro reviente y, en el improbable caso de que lo haga, el no estar girando minimizaría la dispersión de los restos.

Última imagen captada por el Meteosat 7
Última imagen captada por el Meteosat 7 en sus cuatro canales, aún sin procesar - Vía Víctor Huarcaya

Los satélites retirados se pueden quedar allí arriba potencialmente para siempre, pero como cada vez hay más no se puede descartar una colisión que podría dar el suficiente impulso a los restos como para que alguno saliera disparado hacia satélites en activo. O que el paso de un asteroide altere la órbita de alguno de los satélites y que lo ponga en marcha hacia dónde no debe, aunque esto es altamente improbable.

Así que en el futuro habrá que pensar en la forma de limpiar también la órbita cementerio.

En cuanto a los satélites en órbita baja la normativa especifica que al final de la misión tienen que tener el combustible suficiente como para poder colocarlos en una órbita aún más baja que asegure su destrucción mediante la reentrada en la atmósfera en un plazo máximo de 25 años.

Aunque para los satélites más grandes, naves de carga, o estaciones espaciales en desuso se programa la reentrada para que los restos que puedan sobrevivir caigan en el cementerio de naves del Pacífico.

Todo esto lo coordina el Inter-Agency Space Debris Coordination Committee, el Comité Inter-Agencias para Coordinación de Basura Espacial.

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