Por @Wicho — 6 de abril de 2018

Hubble vs actividad solar

Uno de los factores que complicaba predecir el momento de la reentrada en la atmósfera del laboratorio espacial Tiangong–1 era que la atmósfera se hincha y se deshincha en función de la actividad solar. En general a más actividad solar más energía reciben las moléculas de la atmósfera y más se separan unas de otras, con lo que la atmósfera llega más arriba. Y los efectos de este aumento de volumen se notan incluso a cientos de kilómetros de la Tierra.

La órbita de la Estación Espacial Internacional, por ejemplo, de unos 400 kilómetros de altitud, pierde entre uno y dos kilómetros al mes por culpa del rozamiento con la atmósfera. De hecho para mitigar esta pérdida de altura se usa el modo planeador nocturno (no, no es broma) de la Estación, que consiste en poner los paneles solares paralelos a la Tierra cuando la Estación pasa por la sombra de esta, como si fueran alas, lo que reduce el rozamiento en un 30 por ciento. Pero aún así de vez en cuando hay que subirla bien usando los motores de la propia Estación bien usando los motores de una cápsula de carga Progress que esté acoplada a ella.

Y este gráfico de J. J. Hermes que me he encontrado por ahí creo que lo ejemplifica muy bien: representa en azul lo que ha bajado la órbita del telescopio espacial Hubble cada semana desde que fue lanzado en 1990 frente al número de manchas solares en rojo. Y se ve bastante claramente que a más actividad solar más pérdida de altitud del Hubble. En verde están indicadas las cinco misiones de mantenimiento que han visitado al Hubble desde que fue lanzado.

La bajada media ha sido de 74 metros a la semana, y ahora el Hubble está a unos 540 kilómetros de altitud frente a los 610 kilómetros a los que estaba inicialmente. Esta bajada continua pero impredecible de su órbita es lo que hará que termine incinerándose en la atmósfera en algún momento de los próximos 10, 15 o 20 años. O no.

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