A la segunda ha sido la vencida y desde as 9:31, hora peninsular española, del 12 de agosto de 2018 la Parker Solar Probe de la NASA viaja con destino al Sol, aunque tardará siete años en alcanzar su órbita definitiva. Esto es así porque aunque resulta muy contraintuitivo es mucho más difícil llegar al Sol que a los planetas exteriores. Hace falta 55 veces más energía para llegar al Sol que a Marte, por ejemplo.
La «culpa» de esto la tiene la velocidad con la que la Tierra y todo lo que hay sobre ella, nosotros incluidos, gira alrededor del Sol. Son unos 110.000 kilómetros por hora, que nos vienen muy bien para que nuestro planeta no se precipite contra el Sol, y que también vienen muy bien cuando queremos lanzar algo hacia el exterior del sistema solar, pues sólo hay que aumentar su velocidad un poco respecto a la que ya tiene por estar en órbita alrededor de la Tierra.
Pero en el caso de querer ir hacia el Sol esa velocidad hace que cualquier cosa que intentemos lanzar hacia él vaya a fallar porque desvía la trayectoria. Así, de no contrarrestarla la Parker Solar Probe iría hacia el Sol, acelerando cada vez más según la gravedad del Sol tirara de ella, para entrar en una órbita elíptica con un periodo de años, al estilo de la de un comenta. Sólo que esto no es lo deseado porque haría que la sonda estuviera mucho tiempo en el espacio alejada del Sol, con lo que no podría usar sus instrumentos para estudiarlo con el detalle preciso, lo que haría que un porcentaje muy alto de la vida útil de la sonda se gastara en no hacer nada.
Así que no queda otro remedio que reducir esos 110.000 kilómetros por hora de velocidad extra no deseados, lo que no es nada fácil, entre otras cosas porque no disponemos de ningún cohete capaz de hacer tal cosa. Y eso que la NASA lanzó la PSP con un Delta IV Heavy, uno de los cohetes más potentes que existen y que tiene una capacidad de carga muy superior a los 700 kilos de la PSP, aunque en este caso la potencia del cohete se ha usado para darle velocidad. Sólo que este cohete tenía dos objetivos contradictorios en su misión: por una parte acelerar la sonda para que pudiera escapar de la gravedad terrestre y por otra intentar eliminar la velocidad extra que le sobra para ir hacia el Sol.
Para ello la primera y la segunda etapas se encargaron de poner en órbita la PSP y la tercera etapa, que se usa en muy raras ocasiones, fue la que se encargó de frenar después la sonda para que el Sol empiece a atraerla… pero rumbo a Venus.
Fue el décimo Delta IV Heavy de la historia; el primero usado para lanzar una misión científica
Y es que el truco es que va a ser Venus quien se encargue de eliminar la velocidad extra de la Parker Solar Probe en siete maniobras de asistencia gravitacional que, a diferencia de lo habitual, van a frenar la sonda. El primero de estos encuentros se producirá el 28 de septiembre y pondrá a la PSP en una órbita con un periodo de 150 días que alcanzará su primer perihelio –el punto más cercano al Sol– el 1 de noviembre, a unos 25 millones de kilómetros de éste. La Tierra, como referencia, está a unos 150 millones de kilómetros del Sol.
El 21 de diciembre de 2019 se producirá un segundo encuentro con Venus que reducirá el periodo de la órbita a 130 días; el tercero será el 6 de julio de 2020 y resultará en una órbita de 112,5 días; el cuarto será el 16 de febrero de 2021 para una órbita de 201 días; el quinto vendrá el 11 de octubre de 2021, dejando el periodo en 96 días; el sexto el 16 de agosto de 2023, para dejar la órbita en 92 días; y el séptimo y final será el 2 de noviembre de 2024, que dejará la órbita en un periodo de 88 días y con una distancia mínima al Sol de tan sólo unos 6 millones de kilómetros.
Durante todo este tiempo la PSP irá perdiendo velocidad lateral respecto al Sol, aunque irá ganando velocidad hacia él, alcanzando un máximo de unos 700.000 kilómetros por hora en el perihelio, con la idea de que a lo largo de 2025 trace cuatro órbitas muy próximas al Sol que serán en las que pueda recoger datos más detallados. En los tramos de su órbita en los que vaya a 700.000 por hora será el objeto más rápido que hayamos lanzado nunca; será también el que más se haya acercado nunca al Sol.
Si después de esas cuatro órbitas extremas sigue viva –el calor y, sobre todo, la radiación solar pueden hacerle mucho daño– es posible que la NASA extienda la misión.
Hacia el Sol – NASA/Johns Hopkins APL/Steve Gribben
La Parker Solar Probe está diseñada para que nos proporcione información sin precedentes sobre nuestro Sol, cuyo estado llega a afectar a la Tierra y a otros astros. Estudiará cómo se mueven la energía y el calor a través de la atmósfera del Sol y lo que acelera el viento solar y las partículas de energía solar. La esperanza es que con los datos que obetengamos gracias a ella podremos entender mejor el clima espacial y protegernos mejor contra él; no hay que olvidar que el viento solar afecta a la magnetosfera terrestre.
El nombre de la sonda es un homenaje a Eugene Newman Parker, el astrofísico estadounidense que en la década de los 50 predijo la existencia del viento solar y la forma que tendría el campo magnético del Sol en el sistema solar exterior, hoy conocida como espiral de Parker. También propuso, pero ya en 1987, que la elevadísima temperatura de la corona solar puede ser producida por innumerables fulguraciones solares en miniatura. Es la primera vez en la historia de la NASA que una misión recibe el nombre de alguien todavía vivo.
Aunque la Parker Solar Probe ya no tiene usa su cuenta de Twitter particular se pueden seguir sus andanzas en @NASASun.
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