Por @Wicho — 9 de noviembre de 2022

Un astronauta en el traje azul de Boeing reclinado en una de las sillas de la Starliner con los paneles de control frente a él y su mano derecha sujetando la palanca de control
Barry «Butch» Wiltmore entrenándose en un simulador de la Starliner – Boeing

En mayo del este año, tras un muy sonoro fracaso en diciembre de 2019, y después de tener que cancelar el lanzamiento en el verano de 2021, Boeing conseguía por fin terminar con éxito una misión no tripulada de la Starliner a la Estación Espacial Internacional. Especulábamos entonces con que en unos seis meses podría volar su primera misión tripulada. Pero al final no será antes de abril de 2023. Es un pequeño retraso sobre la fecha con la que estaban trabajando hasta ahora, febrero de 2023.

El dato está en una reciente actualización de la NASA sobre las rotaciones de tripulaciones comerciales a la Estación Espacial Internacional (EEI). En ella dice que la nueva fecha se adapta a las fechas de lanzamiento previstas de otras naves que tienen como destino la Estación al tiempo que la NASA y Boeing trabajan en tener la cápsula lista para el vuelo.

Esto, en román paladino, quiere decir que aún no han terminado de analizar los fallos de la misión de mayo, que aunque en general salió bien, tuvo algunos problemas: dos de los veinte motores principales del módulo de servicio de la cápsula fallaron al principio de la misión y ya no volvieron a funcionar; de camino a la Estación dos de los motores de maniobra fallaron también, aunque pudieron ser puestos en marcha de nuevo; en el viaje de vuelta, doce de los motores de maniobra se apagaron antes de lo previsto; y durante unos instantes la cápsula dejó de recibir datos GPS.

El objetivo de la misión, conocida como Boeing Crew Flight Test (Vuelo tripulado de prueba de Boeing, Boe CFT) es llevar a dos tripulantes a la EEI. Ahora mismo está programado que sean Barry Wiltmore y Sunita Williams, aunque la composición de la tripulación ya ha cambiado varias veces. Permanecerán allí un par de semanas antes de volver a tierra. Es la misión equivalente a la Crew Dragon Demo-2, llevada a cabo con éxito en agosto de 2020.

Si la misión de cualificación de la Starliner sale bien la NASA dispondrá de dos naves tripuladas con las que llevar a cabo los reemplazos de tripulaciones en la Estación Espacial Internacional. Esto, unido al programa de intercambio de plazas que tiene en marcha con Roscosmos, debería cubrir sus necesidades hasta que la Estación sera retirada del servicio en 2030.

Por otro lado, Boeing es una de las empresas que participa en la estación espacial privada Orbital Reef, en su caso actuando como transporte de personas a y de la estación. Así que también para eso necesita demostrar que la Starliner es válida como nave tripulada.

A ver si así recupera parte de los 900 millones de dólares en pérdidas que acumula con el programa.

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