Esa historia tiene algo de rocambolesco, especialmente por el final.
El caso es que a alguien se le ocurrió hace dos décadas preservar para el futuro los lenguajes de la humanidad, en una especie de «piedra de Rosetta» grabada en un disco. El proyecto, de finales de los años 90, prosperó. Y una de las copias fue enviada en una sonda espacial.
Sorprendentemente, cuando mucha gente ya se había olvidado de él (la ESA incluida) el disco «aterrizaba» el mes pasado a bordo de la sonda Rosetta (no confundir con el disco del mismo nombre) sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, concluyendo así la misión – y dejando sana y salva una copia de seguridad extremadamente lejana de nuestra cultura.
Un proyecto para la posteridad
La historia del Proyecto Rosetta comenzó a finales de los 90, cuando la gente de la Long Now Foundation decidió que era una idea digna de su interés. La fundación es una entidad sin ánimo de lucro que trata de "planificar el futuro” para los próximos 10.000 años y tienen proyectos tecnológicos como el reloj de los 10.000 años y otros igual de apasionantes, además de organizar seminarios y charlas muy interesantes (Kevin Kelly de Wired es uno de los fundadores).
Para el proyecto se buscaron lingüistas y documentalistas; la idea era crear muestras y explicaciones descriptivas de unas pocas páginas sobre los lenguajes más diversos de la humanidad. A modo de ejemplo se eligió un texto que estuviera traducido a casi todos ellos y se eligió el libro del Génesis. Esas muestras de 1.500 lenguajes distintos y la documentación asociada se escanearon pacientemente.
Para la preservación física se decidió grabarlos en un disco de titanio mediante un proceso de micrograbación en relieve. Esto quiere decir que el disco es analógico, no digital, una suerte de «microfilm» que contiene un bitmap de las páginas en blanco y negro, muy parecido a un fax.
En total hay unas 13.000 páginas entre textos y descripciones lingüísticas. El relieve del disco es de tan solo 0,1 micras y las páginas tienen una anchura de 400 micras. Se pueden llegar a ver con un microscopio de 650 aumentos, algo factible para civilizaciones futuras a nada que sean un poco ingeniosas. El diseño del disco incluye letras en varios idiomas que se van haciendo cada vez más y más pequeñas, dando una pista de que «a continuación» hay más contenido a tamaño todavía más reducido.
Salto en el tiempo
En 2004 se instaló una copia previa del disco en la sonda espacial Rosetta, que tenía como objetivo un largo viaje que culminaría diez años después en la observación del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Y allí iba el disco. La sonda llegó a su destino en 2014.
Poco después se hizo aterrizar allí a Philae (el aterrizador de la misión) y pasados varios meses, en vista de lo bien que iba todo, se contempló la posibilidad de posar suavemente a la propia sonda Rosetta sobre el cometa.
Mientras tanto, en la Tierra los discos Rosetta se completaban llegándose a la versión definitiva (1.0) en 2008. Se hicieron unas cuantas copias para las entidades que participaron, pero su producción a nivel masivo no llegó a producirse. El proyecto sigue creciendo a día de hoy.
2016
Hace unas semanas, el 30 de septiembre, se daba por finalizada la misión de la sonda Rosetta (y el aterrizador Philae) cuando realizaron su última conexión con la Tierra.
¿Qué pasó con el disco Rosetta? Cuando (re)descubrimos este tema hace poco preguntamos a través de Wicho a la Agencia Espacial Europea (ESA) acerca de qué había sucedido con el «disco Rosetta». El tema era antiguo y no había recibido demasiada difusión en su momento; de hecho al ser un proyecto colateral en la ESA no recordaban bien de qué iba el tema, ni podían confirmar si el disco había viajado finalmente en la sonda o no – y tardaron varias semanas en contestar.
Llegamos a pensar que el disco ni siquiera había viajado en la sonda, que por alguna razón al final no se habría usado para la misión o algo así – más que nada porque en pocos sitios se hablaba de él. Al final las buenas gentes de la ESA investigaron por uno y otro lado y nos confirmaron que efectivamente
(…) el disco Rosetta iba en la sonda, de modo que ahora descansa en el cometa 67P-Churyumov / Gerasimenko junto con la sonda Rosetta y el aterrizador Philae.
Así que a día de hoy existe un cometa que viaja por el sistema solar en el que hay unas 13.000 páginas con el libro del Génesis e información lingüística sobre unos 1.500 lenguajes de la Tierra. Por si aquí «nos pasa algo», supongo. Hay quien lo ha llamado “el backup más lejano de la humanidad”.
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