El número de planetas «potencialmente habitables» conocidos (conocidos en teoría) aumenta rápidamente y la NASA cree formalmente que encontrar vida extraterrestre ya sólo es cuestión de tiempo.
Lo que lleva inevitablemente a preguntarse sobre la conveniencia de hacer notar nuestra presencia en el universo. ¿Es prudente buscar vida en el universo?, es precisamente lo que se pregunta Aomawa Shields.
Los astrónomos descubrieron que hay planetas fuera del sistema solar que por sus características y situación son potencialmente habitables y esto les llamó la atención. ¿Podría alguno de estos mundos distantes albergar elementos básicos de la vida? ¿O incluso una civilización viva que respire? ¿Estará por resolverse la pregunta de si estamos solos en el universo?
Un momento. Quizá primero debamos hacernos otra pregunta diferente. ¿Deberíamos buscar compañía en el universo? Si encontramos huellas atmosféricas de vida en uno de estos pequeños mundos distantes, ¿deberíamos tratar de contactar con cualquier ser que pueda vivir allí? ¿Es prudente?
En realidad ya es un poco tarde para hacerse esa pregunta.
Tal y como apunta Aomawa Shields, la NASA ya tomó una decisión hace 30 años con el envío de las sondas Voyager 1 y 2. Ambas naves abandonaron el sistema solar hace tiempo y andan por ahí, por el espacio interestelar, con la dirección del remitente pegada en el reverso. Algo que Stephen Hawking siempre consideró una cagada.
Eso sin contar las señales de radio enviadas a propósito ni el reguero de señales y de radiación electromagnética que nuestra civilización deja tras de sí, cada día.
De hecho, hay quien opina que cualquier civilización lo suficientemente avanzada optaría por «volar bajo el radar» y trabajar para ocultar su presencia y no al revés — lo cual nos dificultará encontrar ahí fuera nada más que no sean microbios y poco más.
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