Por @Wicho — 10 de febrero de 2020

La Starliner ya en tierra
La primera Starliner en ir al espacio tras su fallida primera misión – NASA

El jueves de esta semana el Aerospace Safety Advisory Panel (ASAP, Comité Asesor de Seguridad Aeroespacial) de la NASA hacía su primera reunión de 2020. Es un comité asesor que informa a la NASA y al Congreso. Fue establecido por el Congreso después del incendio del Apolo 1 en enero de 1967.

El tema principal de esta reunión eran los avances del programa de Desarrollo de Tripulación Comercial. Y si bien tuvieron muy buenas palabras para SpaceX, de la que dijeron que ya es una cuestión de cuando y no de si enviará una misión tripulada de una Crew Dragon hacia la Estación Espacial Internacional la cosa fue muy distinta en lo que se refiere a la Starliner de Boeing.

Además del fallo ya conocido con el reloj interno de la cápsula que hizo que no pudiera acoplarse con la EEI en su primera misión de prueba en la reunión de la ASAP hablaron de un segundo fallo que podía haber provocado la pérdida de la cápsula. Es un fallo, además, del que había rumores y por el que algunas personas que cubren la información acerca de la NASA habían preguntado y cuya existencia se les había negado.

Pero como las reuniones de la ASAP son públicas en cuanto se confirmó la existencia de ese segundo fallo a la NASA no le quedó más remedio que convocar una rueda de prensa al respecto «en aras de su compromiso con la transparencia».

En esa rueda de prensa se trataron tres aspectos de la misión:

El primero fue el ya conocido fallo del temporizador que hizo que la cápsula creyera que estaba once horas más adelante en la misión de la que lo estaba. En este caso el fallo se produjo porque la cápsula debía haber sido programada para obtener la hora de los ordenadores del Atlas V que la lanzó una vez que se hubiera iniciado la cuenta atrás final pero lo hizo en cuanto la encendieron; de alguna manera se perdió por el camino el requisito de que estuviera iniciada la cuenta atrás final.

La Starliner separándose de la segunda etapa del Atlas V - Boeing
La Starliner separándose de la segunda etapa del Atlas V - Boeing

El segundo fue que un error en la programación de la secuencia de separado del módulo de servicio y del módulo de la tripulación podía haberlos hecho chocar en órbita en lugar de asegurar una separación suave. Obviamente el choque entre dos naves espaciales nunca es una buena cosa. Como poco el choque habría desestabilizado el módulo tripulado, que tendía que haber gastado combustible extra en corregir esos movimientos. Pero es que una vez separados ambos componentes principales de la Starliner el escudo térmico que va en la parte inferior del módulo tripulado queda a la vista y descubierto; un choque contra él es lo último que quieres porque puede tener consecuencias indeseables. Consecuencias como la pérdida del módulo tripulado en la reentrada.

Separación del módulo de servicio - Boeing
Separación del módulo de servicio - Boeing

Boeing descubrió este error poco menos de doce horas antes de que se fuera a producir la separación y pudo subir un parche de software a la Starliner apenas dos horas antes de esta porque era un error relativamente trivial. Aunque, insisto, podía haber tenido consecuencias catastróficas.

Boeing y la NASA intentaron quitarle importancia a este segundo fallo porque insistieron, lo detectaron a tiempo y pudieron corregirlo antes de que pasara nada; por eso mismo, decían, no le dieron publicidad. Pero, de nuevo, hay que preguntarse cómo es posible que este fallo se escapara a todos los procesos de verificación a los que supone que se somete el software de la cápsula.

Así que ahora a Boeing no le queda más remedio que repasar todo el código de la Starliner –aproximadamente un millón de líneas– y verificar que los distintos procesos de verificación funcionan en esta ocasión. A la NASA, por su parte, le corresponde ponerse las pilas y hacer una supervisión más efectiva de lo que hace Boeing.

La verdad es que lo de la Starliner y los fallos de Boeing y la laxa supervisión por parte de la NASAS recuerda mucho a los fallos de Boeing con el 737 MAX y la también laxa supervisión por parte de la Autoridad Federal de Aviación de los Estados Unidos con el proceso de desarrollo y certificación del avión. Y ya sabemos qué consecuencias tuvo eso.

La NASA ya ha dicho que no sólo se va a ocupar de encargarse de que los procesos de verificación del software por parte de Boeing se cumplen y que estos cumplen con su cometido sino que va a someter a la empresa a una revisión a fondo igual que la que hizo con SpaceX en su momento. Y es que parece que es más un tema cultural en Boeing que de fallos técnicos propiamente dichos.

El tercer problema del que se habló en la reunión de la ASAP y en la rueda de prensa fue de las dificultades que tuvo Boeing a la hora de comunicarse con la cápsula durante los primeros instantes de la misión. Al parecer no fue un fallo de la antena de la cápsula sino de interferencias de radio cuyo origen aún no está muy claro.

Los tres problemas, aparte de por Boeing y la NASA, están siendo estudiados por el comité independiente creado al respecto, que se espera que haga públicas sus conclusiones a finales de este mes.

Con todos estos problemas –y quizás alguno menor al que no se le está dando publicidad– es obvio que la primera misión tripulada de una Starliner se va a retrasar; la duda es por cuanto tiempo.

Y lo que no está nada claro es si la NASA le va a exigir a Boeing que repita la misión de prueba no tripulada. Jim Bridenstine, el director de la agencia, dijo que todavía no están en condiciones de decir si van a pedir una repetición o no. Pero en mi opinión, visto lo visto, habría que tenerlos muy grandes para no solicitar una OFT-2 que demostrara todo lo que no pudo demostrar la OFT-1.

Mientras tanto Garrett Reisman de SpaceX decía estos días que estarán listos para mandar la primera Crew Dragon tripulada a la EEI en marzo. Aunque es posible que se retrase un poco porque parece que la NASA va a pedir que sea una misión de larga duración en lugar de una misión de pocos días. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta que en abril la tripulación de la Estación se va a ver reducida a un astronauta estadounidense y dos rusos a la espera de que al programa comercial de tripulaciones empiece a funcionar o de que la NASA consiga más asientos en futuros lanzamientos de cápsulas Soyuz. Así que si Bob Behnken y Douglas G. Hurley hacen una misión más larga el segmento estadounidense podría contar con tres tripulantes en vez de con uno. A cambio su lanzamiento se vería retrasado porque necesitarían más entrenamiento.

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