Por @Alvy — 16 de Noviembre de 2017

Nos han contado los organizadores del Festival Sónar muchos detalles interesantes de la iniciativa Sónar Calling GJ273b, un acto medio-musical medio-astronómico que están llevando a cabo, en el que han realizado una especie de «llamada a muy larga distancia» a la inteligencia extraterrestre desde un radiotelescopio, emulando un poco aquello que ya se hizo con el mensaje de Arecibo de 1974 y se ha repetido de diversas formas desde entonces.

En este caso han enviado 33 piezas de música de 10 segundos en la dirección exacta hacia un exoplaneta situado a 12,4 años luz de la Tierra. Se trata de GJ273b, en la Estrella de Luyten b, en la constelación del Can Menor. Ese planeta de numérico nombre es el que nos pilla más cerca; es también lo que se conoce como una supertierra, con tres veces la masa de la Tierra, y se cree que orbita su estrella dentro de lo que sería la «zona habitable», con un periodo orbital («año») de unos 19 días. Así que en teoría podría albergar vida. Quizá inteligente.

En el envío del mensaje han participado junto con el Sónar el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) y METI International (Mensajes a Extraterrestres Inteligentes), una organización dedicada al SETI (búsqueda de inteligencias extraterrestres). Es la primera transmisión de este tipo dirigida con cierta «puntería» a un exoplaneta cercano potencialmente habitable.

Estamos siendo testigos de un aumento exponencial en nuestro conocimiento de los sistemas planetarios en el Universo y ya conocemos unos diez exoplanetas que podrían ser adecuados para albergar vida. Por supuesto, no tenemos idea de si la vida ha prosperado en la superficie de esos planetas y si tales formas de vida han desarrollado inteligencia. Pero en IEEC estamos emocionados de participar en el experimento de enviar un mensaje intencional al planeta cercano potencialmente habitable como GJ273b y esperar una respuesta. / Ignasi Ribas, director del IEEC.

Las transmisiones se realizaron hace algunas semanas, entre el 16 y el 18 de octubre. Como es lógico, no son simplemente «trozos de canciones y ya está». Incluyen un tutorial matemático y científico sobre cómo está codificado el contenido, algo que se desarrolla a partir de las frecuencias y duración de las ondas de radio y la forma en que se transforman. Pero no incluye imágenes; según sus creadores, «sólo puras matemáticas.»

Sonar + METI

El tutorial se envió en código binario usando dos frecuencias cercanas a los 930 MHz desde la antena parabólica de 32 metros del EISCAT en Tromsø, Noruega, que tiene 1,5 MW de potencia. Se repitió tres veces cada uno de los tres días, a velocidades entre 62,5 y 500 bits por segundo.

A continuación de la transmisión matemática iba toda la música: una larga lista con mini-composiciones de Jean-Michel Jarre, Nina Kraviz, Autechre, Modeselektor, Francisco López, Kode 9, Fatima Al Qadiri, CaboSanRoque, BFlecha y otros. En ocasiones en vez de música eran sonidos simbólicos, como el latido de un corazón o secuencias de números primos. Creatividad musical combinada con astronomía, algo que según Douglas Vakoch, presidente de METI, «(…) complementa el énfasis de nuestra organización en la ciencia de la comunicación interestelar».

Sonar + METI

En total fueron dos horas y media de transmisiones, que han de viajar 120 billones de kilómetros en los próximos 12 años. En abril de 2018 se repetirá el mensaje con un tutorial ampliado en otras frecuencias, imitando la escala musical y con más composiciones. Y esa lista estará incluso abierta a la participación del público, ya que tres de las composiciones se elegirán de entre todas las que se presenten hasta entonces.

Como sucede en estos casos, si esos mensajes llegan a ser captados algún tipo de inteligencia extraterrestre no lo sabremos, porque es una comunicación en un solo sentido. Pero si esa civilización los entiende, descodifica, escucha y quiere y tiene la capacidad para contestarlos, la respuesta estaría de vuelta de aquí a 25 años, más o menos. Justo para el 50º aniversario del Sónar – para lo cual cabe suponer que apuntarán de nuevo las antenas al cielo. En palabras de Ignasi Ribas, uno de los científicos responsables:

Si eso sucediera dentro de 25 años sin duda sería alucinante.


Abriremos bien las orejas el año 2042. Que nadie se lo pierda entonces.

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