Después de casi tres meses analizando datos, imágenes y los restos de la cápsula SpaceX tiene claro qué fue lo que causó la explosión que destrozó la primera Crew Dragon en ir al espacio durante unas pruebas en tierra. Al parecer una válvula que no era todo lo estanca que debía permitió que se filtrara un poco del tetraóxido de dinitrógeno (NTO) que se usa como uno de los propelentes de los motores de la cápsula en una tubería por la que sólo debería circular hidrógeno.
En la Crew Dragon el hidrógeno se usa para asegurarse de que los propelentes llegan a los motores cuando es necesario utilizarlos. Básicamente aumentan la presión dentro de los tanques de combustible, lo que hace que este fluya hacia los motores sin necesidad de bombas.
Los Draco, los motores de maniobra de la Crew Dragon, funcionan a 300 libras por pulgada cuadrada (psi). Los Super Draco, que son los motores de emergencia que se utilizarían como sistema de escape, funcionan a 2.400 psi.
El día de la prueba los Draco ya habían sido probados sin problemas. Y fue justo 100 milisegundos antes de que se encendieran los Super Draco cuando se produjo la explosión. Esta fue debida porque a los 2.400 psi a los que se estaba presurizando el sistema el NTO actuó casi como un sólido, golpeando una válvula con tanta fuerza que la hizo romperse. Esto fue suficiente para causar la ignición del tetraóxido de dinitrógeno, lo que a su vez provocó la explosión de la nave. Los Super Draco, por cierto, fueron recuperados intactos, lo que es una prueba –aunque no programada– de su solidez.
SpaceX ya ha cambiado el diseño de los sistemas de combustible y presurización, cambiando las válvulas por discos de ruptura que aseguran que no se pueden producir fugas. Ahora hay que instalar esos discos en las Crew Dragon que están en construcción, terminar de analizar el árbol de posibles fallos, y asegurarse mediante las pruebas oportunas de que el problema ha quedado en efecto resuelto.
Así que parece altamente complicado que SpaceX vaya a poder hacer un lanzamiento tripulado de una Crew Dragon antes de que termine 2019, aunque quizás sí pueda hacer la prueba en vuelo del sistema de escape, prueba que hay que superar con éxito antes de que la NASA vaya a autorizar una misión tripulada.
En cualquier caso ha sido una suerte que este fallo se produjera durante unas pruebas en tierra y no en vuelo: durante la presentación de los resultados del análisis de la explosión Hans Koenigsmann, el vicepresidente de seguridad de SpaceX, reconoció que de haberse producido en vuelo habrían perdido la cápsula y su tripulación.