Lanzado el 7 marzo de 2009 el telescopio espacial Kepler de la NASA tenía como misión observar fijamente una zona de la Vía Láctea situada entre las constelaciones del Cisne y Lyra con el objetivo de localizar planetas extrasolares.
Para esto analizaba el brillo de las estrellas dentro de su campo de visión a la caza de bajadas que pudieran indicar el paso de un planeta por delante de ellas, lo que se conoce como el método de los tránsitos.
Pero para poder hacer esto es necesario que el telescopio permanezca extremadamente estable, por lo que cuando en mayo de 2013 falló la segunda de las cuatro ruedas de reacción –un tipo de giroscopio– que lleva a bordo la NASA tuvo de dar por terminada la misión principal del Kepler, ya que necesita tres de las cuatro ruedas en funcionamiento para estar lo suficientemente estable.
Sin embargo el equipo de la misión no se dio por vencido e ideó una forma de «resucitar» a Kepler utilizando la presión que hacen los fotones de la luz del Sol sobre su cuerpo y las dos ruedas de reacción que le quedan para mantenerlo razonablemente estable, usando esta presión como una especie de rueda de reacción virtual.
Con esta nueva estrategia en junio de 2014 comenzó lo que la NASA llamó la misión K2 del Kepler. Pero por las características de la órbita del Kepler –la misma que la de la Tierra pero a unos millones de kilómetros por detrás– es necesario cambiar la orientación del telescopio aproximadamente cada tres meses, lo que consume combustible. Además, también es necesario hacer que Kepler apunte hacia la Tierra cuando le toca enviar a casa los datos recogidos en cada una de esas campañas de observación.
Y al Kepler se le está terminando el combustible, algo que los responsables de la misión estiman que ocurrirá en unos meses. No pueden concretar cuando porque el telescopio no lleva un sistema de medición del nivel de combustible –es algo muy complicado de implementar en una nave que está en caída libre– por lo que tienen que estimar el que le queda en función de varios parámetros. Pero casi con toda seguridad será antes de que termine 2018.
Aunque es cierto que lo mismo Kepler da una nueva sorpresa a sus cuidadores y el combustible dura más de lo previsto: cuando empezó la misión K2 las estimaciones eran que podría hacer unas 10 campañas de observación de tres meses y ahora mismo está en la número 17.
En cualquier caso el equipo tiene la idea de recolectar la mayor cantidad posible de datos en el tiempo que le quede y enviarlos a Tierra antes de que el combustible se agote del todo y ya no sea posible apuntar el Kepler hacia nosotros para transferir esos datos.
El agotamiento del combustible de a bordo pondrá fin a la parte activa de recolección de datos de la misión, aunque científicos del mundo seguirán trabajando con los datos recopilados durante muchos años. Por ahora, Kepler ha contribuido al descubrimiento de 2.649 planetas extrasolares, 2.342 de ellos durante la fase inicial de la misión y 307 durante K2, con 2.724 candidatos pendientes de nuevas observaciones, 2.245 de la fase inicial y 479 de K2.
Estos últimos meses de Kepler coincidirán con los primeros en el espacio de TESS, el nuevo cazador de planetas extrasolares de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para el próximo 16 de abril. Y es posible que también llegue a coincidir con CHEOPS, un observatorio espacial europeo que tiene como objetivo estudiar planetas extrasolares ya conocidos.
Kepler, por su parte, que los responsables de la misión quieren dejar apagado antes de que se le termine el combustible por aquello de no tener transmisores de radio en funcionamiento para nada, quedará en su órbita por muchos años. Como la Tierra le va sacando distancia poco a poco en unos 40 años lo «doblaremos«, lo que hará que reciba una asistencia gravitatoria que lo acelerará por delante de nosotros hasta que volvamos a pillarlo. Pero en este caso la asistencia gravitatoria lo ralentizará, lo que hará que vuelva a alejarse detrás de la Tierra… hasta que lo pillemos de nuevo y el ciclo empiece de nuevo. De hecho este ciclo podría repetirse indefinidamente, aunque Kepler siempre permanecerá a más distancia de la Tierra que la Luna.
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