Por @Wicho — 22 de febrero de 2018

La Trace Gas Orbiter lleva en órbita alrededor de Marte desde el 19 de octubre de 2016. Pero en una órbita bastante elíptica de 98.000×200 kilómetros, muy diferente de aquella en la que tiene que estar para llevar a cabo su misión científica.

Lleva desde entonces utilizando la atmósfera de Marte para perder velocidad e ir «circularizando» su órbita y por fin, tras más de 950 «chapuzones» en la atmósfera marciana su órbita es ya de unos 1.050×200 kilómetros, con lo que las maniobras de aerofrenado han terminado. Ha tardado todos estos meses porque la atmósfera marciana es muy tenue y el efecto de frenado que produce en los paneles solares de la TGO es muy pequeño. Dice Peter Schmitz, el director del equipo que gestiona el funcionamiento de la sonda, que un coche que circulara a 50 kilómetros por hora que frenara con la misma fuerza tendría que empezar frenar seis kilómetros antes de un cruce en el que se tuviera que detener.

En las próximas semanas seguirá ajustando su órbita, pero ya usando sus motores, para dejarla en la órbita final de 400 kilómetros, algo que sucederá a mediados de abril.

Usar el aerofrenado, aunque lleva mucho tiempo, permite cambiar combustible por carga útil en una sonda, con lo que es una técnica que se podría aplicar en el futuro con otras sondas que tengan como destino algún planeta o luna con atmósfera.

El objetivo de la Trace Gas Orbiter es estudiar la presencia de ciertos gases en la atmósfera marciana, en especial la del metano, que en la Tierra al menos tiene sólo dos posibles orígenes: volcánico y biológico; también servirá como relé de comunicaciones para el rover que la agencia tiene previsto enviar allí en 2020. Si no se retrasa más.

La TGO viajó hasta Marte con el aterrizador Schiaparelli, que no lo consiguió.

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