Por @Wicho — 19 de septiembre de 2021

Esta pasada noche –aunque a última hora de la tarde allí– la cápsula Crew Dragon Resilience amerizaba en el Atlántico frente a la costa de Florida, poniendo fin con éxito a la misión Inspiration4, la primera misión espacial tripulada privada de la historia. Y aquí la palabra clave, insisto una vez más, es privada, porque en realidad ha sido la decimosexta misión espacial cuya tripulación está formada completamente por civiles de la historia, no la primera como se ha repetido muchas veces y como incluso hace Inspiration4 en su nota de prensa.

A bordo de la Resilience venían Jared Isaacman, el multimillonario que ha financiado todo y que representa el liderazgo; Hayley Arceneaux, que como superviviente de un cáncer infantil representaba la esperanza; Chris Sembroski como representante de la generosidad; y Sian Proctor como representante de la prosperidad.

La tripulación a su vuelta del espacio. De izquierda a derecha Arecenaux, Isaacman, Proctor y Sembroski – Inspiration4
La tripulación a su vuelta del espacio. De izquierda a derecha Arecenaux, Isaacman, Proctor y Sembroski – Inspiration4

La idea de que cada tripulante representara un ideal forma parte de la campaña de lavado de cara de la misión, que demás aspiraba a recaudar 200 millones de dólares para la Fundación del Hospital de Investigación Infantil de San Judas, que es dónde Hayley se trató y curó de su cáncer. Isaacman puso 100 millones; personas de todo el mundo aportaron otros 54; y anoche, tras el amerizaje, Elon Musk dijo que donaría otros 50. Así que en ese sentido se puede decir que misión cumplida. Aunque cabría discutir la necesidad de hacer recaudaciones de fondos así en un país en el que no todo el mundo tiene acceso a la sanidad. Pero eso es otra historia, supongo.

Además a bordo, entre otras cosas, iban un móvil con un NFT de la canción Time in Disguise de Kings of Leon, y los tripulantes llevaban unas cazadoras con un diseño especial y unos relojes IWC de edición limitada. Todo ello será ahora subastado para recaudar más fondos.

Pero al final esta misión no deja de ser un capricho de un señor con un montón de dinero que puede permitírselo.

Aunque reconozco que marca también un cambio profundo en el concepto de las misiones espaciales tripuladas, civiles o no, pues las saca del ámbito de las agencias espaciales estatales y las acerca al resto de la humanidad. Aunque sea a la pequeña parte de la humanidad que puede permitírselo. Pero, como decía Eric Berger el otro día, puede que a partir de ahora veamos como la mayoría de las personas que van al espacio dejan de ser astronautas profesionales. De hecho en poco más de dos semanas está previsto el lanzamiento de la cápsula tripulada Soyuz MS-19 que, tripulada por Anton Shkaplerov, un cosmonauta profesional, llevará además a bordo al director de cine Klim Shipenko y a la actriz Yulia Peresild (o a sus sustitutos) para grabar escenas de la película El desafío a bordo de la Estación Espacial Internacional.

Otro día hablamos del papelón de Boeing en todo esto con la Starliner, que a ver cuando vuela. SpaceX les está dando sopas con onda. Repetidamente.

Eso sí, las personas que sufrimos de espaciotrastorno en todo el mundo esperábamos ver alguna imagen más mientras estuvieron en órbita y hemos tenido que contentarnos con un par de conexiones de vídeo cutres a lo largo de los tres días que estuvieron en órbita. Y tampoco se han prodigado con ellas tras la vuelta. Supongo que lo bueno quedará para el último capítulo de Cuenta atrás, el documental/panfleto de Netflix sobre la misión cuyos beneficios también irán para la fundación.

La misión está en Twitter como @Inspiration4x.

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