Por @Wicho — 25 de enero de 2019

Brotes no verdes casi al fondo a la izquierda

Además de los instrumentos de a bordo del aterrizador y del rover la misión Chang'e 4 a la cara oculta de la Luna llevaba consigo una especie de terrario para estudiar el crecimiento de ciertas plantas e insectos.

Propuesto por estudiantes de secundaria la idea era ver si era posible hacer germinar allí semillas de algodón, colza, patata, Arabidopsis y levadura. También iban dentro del contenedor larvas de moscas de la fruta y los microorganismos que estuvieran en la tierra que iba a servir de sustrato a las plantas.

El «terrario» durante su preparación para el lanzamientoEl experimento fue activado casi inmediatamente después del aterrizaje y funcionó durante casi 213 horas antes de que la primera noche lunar de la misión hiciera que la temperatura en su interior bajara de los -52 ºC, momento en el que el profesor Xie Gengxin de la Universidad de Chongqing lo declaró terminado.

Los resultados fueron un tanto decepcionantes pues sólo las semillas de algodón parecen haber empezado a germinar, y no con demasiada fuerza. Y es que a la baja gravedad de la Luna y los altos niveles de radiación que hay en su superficie hubo que añadir problemas para mantener estable la temperatura en el interior del contenedor. Según el profesor Gengxin hubo momentos en los que estuvo por encima de los 30 ºC, temperatura a la que pocas semillas son capaces de germinar.

Es la primera vez que hacemos crecer algo sobre la superficie de otro mundo. Y como una primera aproximación al asunto de hacer crecer comida para astronautas en una futura base en la superficie de la Luna no está mal. Pero la complejidad de crear y mantener una biosfera autosostenible en un ambiente cerrado está a varios órdenes de magnitud por encima de este sencillo experimento como en su momento dejó bien claro el proyecto Biosfera 2. En cualquier caso de los errores también se aprende. Y por eso mandamos sondas antes de mandar personas.

A estas alturas todo el material orgánico del experimento habrá muerto en las temperaturas de alrededor de -200 ºC que se alcanzan en la superficie de la Luna cuando allí es de noche. Se descompondrán cuando la temperatura vuelva a subir, aunque no hay riesgo de contaminación porque el contenedor es hermético.

Tanto el aterriador como el rover están en reposo a la espera de que vuelva a salir el Sol sobre la zona de la Luna en la que están. Está previsto que retomen su actividad a partir del 26 de enero de 2018 hasta que se vuelva a hacer de noche en un par de semanas más.

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