Por Nacho Palou — 8 de mayo de 2017

Amy Shira Teitel cuenta la historia del Suitsat, el traje espacial Orlan MK que en 2006 pasó de servir como traje protector para actividades extravehiculares en el espacio a satélite artificial.

Normalmente los desechos producidos por la Estación Espacial Internacional se lanzan hacia la atmósfera terrestre para que se quemen, incluyendo los trajes espaciales que han dejado de ser utilizables. Los trajes espaciales como los Orlan rusos tienen una vida útil limitada transcurrido el cual no es seguro seguir utilizándolos.

En febrero de 2006 sin embargo uno de estos trajes rusos tuvo un final (o no final) diferente: se reconvirtió en el Suitsat-1 (Radioskaf o Radiosputnik para los rusos) gracias al esfuerzo de un grupo de radioaficionados quienes lograron que los astronautas no lanzaran el traje hacia la atmósfera terrestre, sino hacia el espacio.

En el interior del traje se habían instalado equipos de radio que retransmitían mensajes de voz grabados (en inglés, grancés, alemán, japonés, ruso y español) y sensores que captaban información (de temperatura y otros; además de contener dibujos y trabajos hechos por estudiantes) mientras el traje orbitaba la Tierra. Desde tierra cualquier radioaficionado pudo captar las voces grabadas y algunos datos durante un par de semanas, hasta que se agotaron las baterías del traje.

Así que durante un tiempo (dado que el destino final del traje es igualmente el de quemarse en la atmósfera terrestre conforme pierde altura) la Tierra tiene un satélite artificial que a simple vista es una figura humana embuchada en un traje espacial, lo cual —como apunta Amy— es un poco “inquietante”. Aunque como dicen por ahí el momento realmente inquietante será para los astronautas del futuro si dentro de unos años aparece por ahí el traje flotando.

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