Por Nacho Palou — 18 de enero de 2010

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Las cámaras Lomo se caracterizan -aparte de por utilizar película, que hoy es día es excepción- por realizar fotografías de algún modo extrañas, con distorsiones, gran contraste y saturación de colores y con un evidente viñeteado en los bordes de la imagen.

Esto viene a cuento porque estas navidades me regalaron una de éstas, en concreto la Lomo LC-A+ y, aunque después de revelar las primeras 36 fotografías podría calificar mi regreso a la fotografía con película como desastroso, aquí va rápido repaso a esta peculiar cámara.

La LC-A+, es una cámara de tipo compacta. Tiene menos controles que un lápiz y está fabricada básicamente con metal y algo de plástico, cristal de la lente aparte. Este modelo concreto es una reproducción made in china de la LC-A original, fabricada en Rusia y que levanta pasiones entre los aficionados a estas cámaras.

El objetivo es un Minitar de 32 mm y f/2.8. La distancia mínima de enfoque (ajuste manual) es de 0,8 m y dispone de una zapata para flash.

El añadido plus (+) se refiere a que incorpora algunas funciones nuevas respecto a la LC-A.

Pero funciones nuevas en este tipo de cámaras probablemente no significa lo que estás acostumbrado a leer, sino simplezas de cierto calibre,

  • Adición de los modos ISO 800 y 1600.
  • Mecanismo que permite tomar múltiples exposiciones sobre el mismo fotograma.
  • Ventana en la tapa trasera para comprobar el tipo de carrete que hay puesto.
  • Rosca en el botón de disparo para colocar un cable disparador estándar (viene incluido).
  • Un par de ranuras cuasinvisbles para colocar ciertos accesorios ante la lente.

No son grandes avances, pero al parecer son significativos en este tipo de cámaras.

Y es que la filosofía de la fotografía con cámaras Lomo no tiene nada que ver con lo estamos que la mayoría estamos acostumbrados a leer y oir hoy en día, donde lograr la máxima nitidez es algo parecido a alcanzar el nirvana.

Del manual de la Lomo,

Cuando estás trabajando con largas exposiciones, mantén tu Lomo lo más firme posible, cólocala sobre una superficie firme o un trípode [...] mantén la cámara fija [...] respira hondo, mantén quietas tus manos y concéntrate mientras que esperas al segundo clic.

Nada de hiperfocales, diafragmas, costosos trípodes; nada de bloquear el espejo y usar el cable disparador... todo como muy relajado, casi rústico.

Aunque en la LC-A+ la exposición es automática, el enfoque es mecánico: una palanca con cuatro posiciones permite enfocar a 0,8 metros, a 1,5 metros, a 3 metros y desde 3 metros a infinito. Nada más, así que ya puedes calcular bien la distancia mínima al sujeto o la fotografía saldrá desenfocada.

Ese es todo el control que permite la cámara. Este y la selección del ISO de la película (100, 200, 400, 800 y 1600), algo que también permite influir sobre la exposición, forzando valores ISO distintos a los reales para sobreexponer o subexponer, por ejemplo +/- 2 pasos utilizando un carrete ISO 400.

En cualquier caso, pasar de una cámara réflex digital a una Lomo (o cualquier otra compacta de película simple) no es fácil, aunque tiene su punto divertido: no tienes control total sobre la exposición ni sobre el enfoque o la profundidad de campo; no puedes comprobar el resultado, la nitidez o el histograma. Pero sobre todo tienes que acostumbrarte a pasar la película una vez hecha la foto.

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