A mediados de los años 70 del siglo pasado Steve Sasson trabajaba en Kodak y tuvo la buena suerte de que su supervisor confiara lo suficiente en él como para darle libertad de actuación a la hora de intentar diseñar una cámara fotográfica sin partes móviles.
Así, cogiendo piezas y componentes de aquí y de allá en diciembre de 1975 tenían ya listo un prototipo de esa cámara que, con un objetivo obtenido de una caja de piezas usadas de la línea de ensamblado de cámaras de Súper 8, un grabador de datos digital en casete, 16 baterías de niquel-cadmio, un CCD altamente temperamental, un convertidor analógico/digital sacado de un voltímetro digital, y varias docenas de circuitos digitales y analógicos montados en una media docena de placas de circuito impreso, era capaz de tomar imágenes con cien líneas de resolución y de grabarlas en esos casetes en 23 segundos.
Estas imágenes no se podían ver en la propia cámara sino que había que colocar el casete en un reproductor también diseñado específicamente por Sasson y sus compañeros que convertía la imagen de 100 a 400 líneas mediante interpolación y generaba una señal estándar NTSC que permitía verla en un televisor.
Con una falta de tacto que sólo una panda de ingenieros es capaz de alcanzar le llamaron a esto «Fotografía sin película» en una empresa que sobre todo vivía de la venta de película, así que no es de extrañar que fueran recibidos con un cierto escepticismo en la mayoría de las presentaciones que hicieron dentro de ella.
Las preguntas típicas con las que se encontraban después de las presentaciones eran del tipo: ¿Por qué querría nadie ver sus fotografías en una televisión¿ ¿Cómo se almacenan? ¿Qué pinta tiene un álbum de fotos electrónico? ¿Cuándo estará esta tecnología al alcance del consumidor?
Sasson y sus compañeros no tenían ni idea de qué contestar a la mayoría de las preguntas que les hacían -a fin de cuentas eran «sólo» ingenieros- así que al final Kodak patentó el invento, imagino que «por si acaso», se redactó un informe al respecto, pero la empresa no supo subirse al carro de la fotografía digital y hoy en día aún está pagando esa falta de visión.
Es cierto que viendo las cosas con la «ventaja» del prejuicio de retrospectiva parece mentira que nadie se diera cuenta de que aquella era la primera cámara digital del mundo y de lo que podría llegar a representar, a pesar de que el citado informe decía:
La cámara descrita en este informe representa un primer intento de demostrar un sistema fotográfico que podría, con mejoras en la tecnología, suponer un impacto substancial en la forma en la que las fotografías serán hechas en el futuro.
Pero, como dice Sasson, «En realidad, no teníamos ni idea».
(Adaptado y resumido de We Had No Idea, vía cgredan.)
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