Por Masyebra — 29 de noviembre de 2008

Ávaro Ybarra en el Chad
Chad: las fotos de la vergüenza publicado por XL Semanal.

Fue muy fácil convencer a Álvaro para que nos dejara entrevistarle. De hecho, no hubo que hacerlo: "Soy muy accesible", y lo es. Eso sí, hubo que esperar un rato: recién llegado de uno de sus viajes y recién publicado su último trabajo sobre el Chad en XL Semanal, nos encontramos en un centro comercial a las afueras de Madrid. Mientras conduzco por la A6 me golpea con fuerza la gigantesta distancia que hay entre lo que ven mis ojos en este momento (coches, orden, autovía, civilización) y lo que muestran sus imágenes. Mientras edito esta entrevista, aún no se sabe nada de José Cendón, compañero de profesión de Álvaro. Ésto va en serio. Si existe algún trabajo que -visto desde fuera- requiera tener gran parte de los arquetipos positivos del ser humano (rechaza la etiqueta de héroe), es éste. Yo le resumo en tres palabras: Compromiso, Fuerza y Equilibrio, con mayúsculas. Él llega de viaje, yo inicio el mío...

Álvaro Ybarra Zavala nace en Bilbao en 1979, pero pronto se le queda pequeña la ciudad. Joven y veterano al tiempo, se han publicado ya muchos trabajos suyos y tanto la prensa como la blogosfera le está prestando no poca atención: es muy fácil encontrar su trabajo en Internet. Entre otros proyectos, ahora trabaja para Time, Sunday Times, Le Monde y XL Semanal.

En esta entrevista tratamos de repasar los aspectos más conocidos de su trabajo, pero también adentrarnos en su espíritu y ¿porqué no? su técnica fotográfica.

A los 19 años te sale Ruanda, ¿cómo surge eso?

Pues como surgen las cosas tomándose unas cañas. Tenía un dinerillo ahorrado de dar unas clases y me planté allí. Volví para examinarme y poco más.

Pero no es fácil iniciarse en este sector. ¿Cómo empieza uno con este tipo de trabajos?

Cogiendo una cámara y largándote. Por tu cuenta. Yo siempre ayudaré al que quiera realmente empezar. El problema es que no nos ayudamos entre nosotros, y es que estamos hablando de un trabajo que implica una labor social importante y yo no me planteo competir.

Te voy a contestar con dos consejos que me dieron. Uno me lo dio Alice Gabriner, editora de Time Magazine: "no caigas en el error del mundo que rodea a la fotografía. Céntrate en los trabajos y haz lo que realmente quieres hacer, porque es lo que realmente vale." El otro me lo dio Javier Fernández Arribas [Director de los Servicios Informativos de Punto Radio]: "escucha a la gente."

A mí las puertas se me han abierto aquí, viniendo de fuera. He hecho el recorrido inverso. ¿Qué contacto podía tener yo con Time, Sunday Times o Le Monde? Un día me llamó un amigo para decirme que tenía una exposición en Perpiñán y le dije, "¿qué es Perpiñán?" [pone gesto de confundido, irónico] Mi tarjeta de presentación ha sido mi trabajo - lo que me ha abierto las puertas. Al principio iba recuperando poco a poco, y llegó un momento en el que ya me adelantaban el dinero. Es duro, claro que es duro, pero si a mí me viene alguien a pedir ayuda le diría: "hablar es fácil, demuéstralo con hechos". Si alguien tiene compromiso y se lanza, tiene mi ayuda: soy muy accesible. En el mundo de la fotografía hay demasiados egos. Sobran egos.

En un trabajo tan extremo, ¿dónde acaba el contador de historias y empieza la persona? ¿Están separados, juntos?

En todo en esta vida tienes que ser un conjunto, si no eres un cínico. Yo tengo la suerte de que estoy haciendo lo que me gusta hacer, pero cuando se desarrolla una vocación va todo en conjunto, no hay separación entre la persona y la historia. Para mí la fotografía es mi vida. Todo lo veo como una foto. Y sin embargo, me alejo mucho del mundo de la fotografía cuando estoy aquí: salgo con mis amigos, voy al cine... Cuando llego y revelo, se acabó.

¿Tu profesión es de solitarios por definición?

A mí me gusta estar solo cuando estoy allí. Solo nunca estoy, porque estoy con la gente que fotografío y ellos me han dado mucho más de lo que les he podido dar yo a ellos. Sin duda alguna.

Una de las experiencias que más me han marcado fue cuando estuve una temporada muy larga en Bolivia, cubriendo una situación dramática que es el cáncer en países del Tercer Mundo. Volví al cabo de cuatro meses para cubrir las elecciones presidenciales en las que fue elegido Evo y salté a Santa Cruz para visitar a los chavales con los que había estado durante 3-4 meses moviéndome por sus casas, viéndoles, siguiéndoles: Rocío, Bea, Miguel, David... ninguno estaba vivo. Te enseñan cómo lo afrontaron, cómo vivieron, cómo se comían el día a día, el no tener pelos en la lengua a la hora de preguntarte las cosas. ¿Y yo qué he hecho por ellos en definitiva? Nada.

Sin embargo, tu historia occidental habla de éxito: imagen de Nikon en Europa, te recibe el Rey...

¡Eso son anécdotas! Si te lo crees estás perdido. Soy un tipo de lo más normal: me encanta tomarme mis cervecitas, irme a los conciertos y todo eso. Lo realmente importante es que cuando consigues publicar una historia se te quita un peso de encima que es incomparable. Esa responsabilidad cumplida, eso no lo paga nadie. Eso no quita que sea fantástico que Nikon me apoye para poder seguir haciendo mi trabajo.

Cuanto más puedas ayudar a la gente que está empezando, gente que tenga ganas... de hecho cada vez me estoy metiendo más en la universidad, y me quiero meter más. Cuantos más seamos, muchísimo mejor.

Una vez dijiste que querías acabar rodeado de hijos. ¿Seguirás en esto, es compatible?

¡Y en breve, espero! Entonces me podrás llamar para que te cuente cómo fotografío mariposas chinas [irónico]. Para mí es compromiso con una historia o con la otra. Ahora estoy en una historia en la que estoy implicado al 200% y eso me hace ser una persona complicada con la que compartir una vida.

Pero si decides tomar un paso en ese sentido, ya no eres uno solo. Soy consciente del compromiso, de lo que implica y que no es fácil. Es también una cuestión de credibilidad, como en la fotografía: yo siempre he fotografiado lo que siento, lo que creo que puedo y debo hacer, y me implico completamente en ello. En el momento en el que me plantee tener familia, esta fotografía se acabó. Se pueden hacer muchas otras cosas. Ahora por ejemplo estoy con un trabajo en Madrid, siguiendo una canción de Sabina: Calle Melancolía.

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