Aunque el trabajo del fotógrafo ya no termina al apretar el disparador y la naturaleza y la posibilidad de la fotografía digital prácticamente exige un mínimo procesado (lo haga el fotógrafo manualmente con el ordenador o lo haga automáticamente el ordenador de la cámara al generar el archivo JPEG) hay límites y casos.
No es lo mismo una fotografía propia destinada al disfrute personal que una destinada a agencia o con intenciones fotoperiodísticas, que no debería pasar de compensar un poco la sosez de la imagen producida originalmente por la cámara. Mucho menos aún convertir la imagen en algo irreal o hacer que "parezca demasiado buena para ser real" como escribe Wade Laube, el editor fotográfico de un diario de Sídney que reaccionó ante la imagen y provocó la investigación por parte de Reuters - que solicitó la fotografía original (debajo) al fotógrafo que la había enviado para compararlas.
(Vía PetaPixel.)