Por Nacho Palou — 11 de mayo de 2009
Trípode Manfrotto 055
Trípode 055XProb de Manfrotto.
Una de las cosas que me hizo ver Francisco Catalá es la importancia de disponer de un buen trípode: que sea sólido, que sea alto y que se pueda dejar estable sobre casi cualquier superficie irregular, como las rocas que no dejaban ver el suelo en la cala donde estuvimos haciendo fotos hace unas semanas.

La diferencia esencial entre el que llevaba él (el Manfrotto 055) y el que llevaba yo (el de los viajes) un, Manfrotto Modo Mini (785HSB) era, aparte de la diferencia de altura máxima (~180 cm vs. 150 cm) que él podía dejar el tinglado montado en lo alto de una roca -con la cámara y cierta brisa- y yo en cambio no podía solar la correa de la cámara por si el trípode se venía abajo.

Al respecto del uso del trípode, tres consideraciones esenciales que leí en el libro Composición de David Präkel (cito de memoria porque no lo tengo a mano),

  • Para ganar altura, empezar siempre extendiendo los segmentos más gruesos,
  • utilizar la columna central como último recurso en el caso de necesitar más altura,
  • colocar la cámara de modo que el objetivo quede alineado con una de las patas.

De este modo se consigue mejor estabilidad del conjunto. Y siempre que sea posible -en algunos sitios no es práctico montar un trípode, incluso puede no estar permitido- utilizarlo, aunque parezca a priori que no es necesario porque hay suficiente luz.

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